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La crisis del euro

La prima de riesgo italiana roza el nivel del rescate de Irlanda y Portugal

La intervención del FMI y la UE no apacigua las dudas de los inversores

Manuel V. Gómez

La zona euro está al borde de una batalla decisiva para su supervivencia. Italia pierde a marchas forzadas la confianza de los inversores, a los que ya no les basta ni la garantía de que el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea vigilarán que Roma aplique a rajatabla las reformas y los ajustes prometidos. El mejor termómetro que tienen los mercados para medir la confianza en el país ofrecía ayer síntomas muy graves: la prima de riesgo italiana llegó a los 491 puntos básicos, cerró en 485, y la rentabilidad de los títulos a 10 años se situó en el 6,6%. Dicho en palabras y no con números, la deuda italiana cotiza en el mercado cerca de los niveles en que lo hacía la de Grecia, Irlanda y Portugal cuando pidieron árnica, cuando reclamaron la ayuda financiera de sus socios de la Unión Europea y del FMI.

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El punto de no retorno para los tres países que pidieron ya el rescate se situó en torno a los 500 puntos básicos y el 7% de rentabilidad de los bonos a 10 años. Cuando se sobrepasa este nivel, los títulos de deuda soberana del país en cuestión corren el riesgo de perder valor como garantía en el mercado interbancario y las cámaras de compensación -una especie de aseguradora entre prestamista y prestatario- pueden reclamar avales adicionales. A partir de ahí, se desata una espiral que para Grecia, Irlanda y Portugal fue su punto de no retorno.

Esa fue la cota que rozó ayer Italia. Lo que sucede es que en este caso su dimensión hace muy difícil que la zona euro pueda asumir el rescate. Bastan dos datos para hacerse a la idea: Roma tiene una deuda total de 1,8 billones y entre noviembre y marzo el Tesoro italiano tiene que refinanciar unos 200.000 millones.

Con estos números, la perspectiva de que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, haya perdido los apoyos parlamentarios necesarios para sacar adelante los presupuestos desató la tormenta, un día más, sobre la deuda italiana. Más allá de las cifras, el problema de Italia ante los mercados es la falta de fiabilidad de un Gobierno que promete reformas y recortes que luego no acaba de cumplir. Y eso es lo que se veía ayer.

Pero la lluvia, como suele suceder en estos casos, también arrecia sobre los que se encuentran en una posición débil. La prima de riesgo española (la diferencia entre los tipos de interés que paga el país de referencia y Alemania por endeudarse a 10 años) llegó a los 385 puntos básicos. Incluso la de otros en mejor situación sufrió las consecuencias: la francesa subió a 130. El castigo, por supuesto, se extendió a los países ya rescatados.

Sumó otra brecha de agua la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que sugirió que el organismo sopesa una rebaja de las previsiones de crecimiento mundial para este año, ahora en el 4,5%, informa Efe.

La tormenta arrecia más en los mercados de la renta fija que en los de la variable. Las Bolsas ayer no tuvieron un buen día. La mayoría de ellas, sobre todo las grandes, retrocedieron. Curiosamente, la excepción estuvo en Milán, donde el índice selectivo avanzó un 1,32% tras dar un vuelco gracias a los rumores de caída de Berlusconi.

El Ibex 35 español retrocedió más que otros, un 1,4%. Pero la explicación no está en las dudas que suscita España entre los inversones, sino en el pago del dividendo de Telefónica, que por sí solo fue responsable de 94 de los 120 puntos que bajó el índice.

Por otro lado, el efectivo del Tesoro en el Banco de España cayó en agosto un 58%, de 48.200 a 20.100 millones, informa Bloomberg. Es el mayor descenso porcentual en un solo mes al menos en tres años, aunque el nivel de caja al cierre de agosto se situó por encima del de un año antes.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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