La hora de la política y las decisiones

El mundo empresarial puede sentir la tentación de decir al Gobierno qué es lo que tiene que hacer. No es esa mi intención, pues el Gobierno de la cosa pública es complejo en sí mismo y con características distintas de la gestión empresarial. Como diría el expresidente Lula, hacen falta políticos, tecnócratas, empresarios y banqueros, pero todos con misiones y trabajos distintos. Es más, hoy en Europa faltan políticos y sobran tecnócratas y, por tanto, faltan decisiones de Gobierno y sobran planes.

En España, el equipo de Gobierno que se conforme tras el 20-N tiene una ardua tarea por delante: restaurar la confianza, recuperar el crecimiento y articular el entorno para que los empresarios generen empleo. Esta última es una responsabilidad de todos, sobre todo ante una tasa de empleo juvenil que es socialmente inaceptable.

Para conservar el Estado de bienestar hay que gestionarlo con eficiencia

Para recuperar la confianza, primero hay que reducir la deuda, y eso se hace siendo más competitivos, exportando más y consumiendo menos. También hay que reducir la burocracia, bajar los factores de coste y apoyar la internacionalización de la empresa.

La competencia es una palanca básica de modernidad y eficiencia. Se debe fomentar en la actividad económica, pero también en los colegios, en las universidades, en la sanidad, entre ciudades, regiones y Administraciones, creando la corresponsabilidad fiscal y potenciando la autonomía local.

El espíritu emprendedor debe ser estimulado desde la escuela. Las Administraciones también deben hacerlo, evitando la burocracia, premiando con incentivos fiscales la creación de puestos de trabajo y potenciando el sector privado, que es el único generador de empleo no inflacionista.

No debemos pensar tanto en qué sectores hay que impulsar para compensar el hueco dejado por la construcción, como en qué factores es imprescindible estimular en las personas para incrementar sus capacidades competitivas en un entorno global.

Por último, el impulso a la actividad empresarial debe ser compatible con una reducción del tamaño y el coste de las Administraciones públicas. La mejor forma de conservar el Estado de bienestar es gestionarlo con eficiencia.

Y también deber serlo con la creación de un nuevo marco financiero para los Ayuntamientos, cuya deuda apenas representa el 0,3% del déficit, que evite que los ciudadanos se vean penalizados por recortes en servicios básicos. La competitividad de nuestras ciudades, como focos de atracción de inversión y talento, también está en juego.

Gobernar en la próxima legislatura será un difícil ejercicio de asignación de recursos públicos y modificación de una cultura de consumo por otra basada en la iniciativa personal, el ahorro y la inversión. Acciones y decisiones que hay que comunicar eficazmente, para que la marca España proyecte la realidad de un país competitivo, internacional y con recursos humanos de primera fila.

Baldomero Falcones es presidente y consejero delegado de FCC.