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ELECCIONES 2011
Columna
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'Performances'

Enrique Gil Calvo

Los recientes acontecimientos del País Vasco se produjeron con una puesta en escena mediática que funcionó según la programación prevista como una secuencia representada en tres actos: el primero, la llamada conferencia de paz; el segundo, la solicitud de Batasuna instando a ETA a cejar en su lucha; y el tercero, la declaración de cese definitivo de la violencia. Toda una performance teatral cuyo éxito de público y de crítica bien merece algunas consideraciones.

Ante, todo, no hay duda de que el MLNV ha optado por cambiar radicalmente de estrategia, de donde se deduce que los duros (los halcones) han dejado de ejercer el liderazgo último para cedérselo a los blandos (las palomas). Esto explica que, de las cuatro formas de poder que distinguió Michael Mann en su clásico modelo EIMP (económico, ideológico, militar y político), ahora acaben de renunciar al poder militar (terrorismo) y al económico (extorsión, secuestros) para concentrar todos sus esfuerzos en el poder político (mediante Sortu, Bildu o Amaiur) y sobre todo en el poder ideológico: es la lucha por alcanzar la hegemonía cultural, que teorizó Gramsci, o la dominación simbólica, como después la denominó Pierre Bourdieu.

La asignatura pendiente del MLNV es reconocer que violó los derechos ajenos y pasar a respetarlos

Centremos la atención en esta última. Por si no bastaba todo su historial anterior para probarlo, ahora el MLNV acaba de demostrar que no tiene rival en el arte de la comunicación política (materia esta que está de moda en el mercado de las disciplinas académicas), pues domina a la perfección tanto el framing (proceso de encuadre mediante marcos lingüísticos que definen, interpretan y califican la realidad social) y el storytelling (arte de contar historias mediante relatos que justifican y hacen creíble el desenlace propuesto) como ahora también el performing, que es el último grito en materia de marketing político.

Por giro performativo (Jeffrey Alexander) se entiende el recurso a performances escénicas (Judith Butler) capaces de actuar como veredictos performativos (John Searle): profecías autocumplidas que recrean una nueva realidad institucional. Así sucede a escala personal con el outing: esa actuación escénica (performance) que implica salir del armario para adquirir una nueva identidad sexual. Pues bien, a escala colectiva, y mediante su performance del 18 al 20 de octubre, el MLNV ha salido del armario para reconvertirse en un profeta desarmado (Patxo Unzueta), capaz de proferir profecías que se cumplen a sí mismas (veredictos performativos). En efecto, la catarsis generada por la escenificación del acontecimiento ha permitido reconstruir las identidades colectivas de los vascos y con ello su propia realidad institucional. Hoy Euskadi ya es distinta porque los vascos se sienten diferentes y votarán de otra forma tanto el próximo 20-N como en las futuras elecciones autonómicas, así como en un hipotético referendo de autodeterminación. Y si ocurriera como en el Ulster, cabe esperar un doble sorpasso del PSE por el PP y del PNV por Amaiur.

Mientras tanto, ¿qué hace Madrid, tras haber ganado la batalla por el poder militar, y qué hacen los vascos estatutarios y constitucionalistas, tras haber recuperado su libertad y su seguridad personal? Pues siguen donde estaban antes, incapaces de responder con propiedad al nuevo desafío abertzale. Hoy la batalla ya no se juega en el campo judicial ni policial, donde su legitimidad y superioridad resulta abrumadora, sino en la arena de la comunicación política, donde se hallan claramente en inferioridad de fuerzas y de condiciones. Como se sabe, la política es la continuación de la guerra por medios incruentos, entre los que destaca el uso estratégico de los medios informativos. Y en este campo de la lucha mediática por el poder simbólico es donde Madrid parece tener, hoy por hoy, todas las de perder.

¿Qué nueva estrategia de comunicación política podría diseñarse para recuperar la iniciativa constitucional? Insistir en el victimismo y en la exigencia de arrepentimiento parece una apuesta contraproducente, dada la moral de victoria simbólica con que juega sus cartas el nuevo MLNV no violento. Por eso quizá convenga cambiar de encuadre (frame) poniendo sobre la mesa la baza de la democratización. Vale, aceptemos que abandonan el terrorismo y que juegan a democratizarse. Pero eso significa algo más que someterse a las urnas y respetar la voluntad popular, pues la democracia es también el imperio de la ley (rule of law) y sobre todo el más escrupuloso respeto a los inviolables derechos del adversario. Esta es la asignatura pendiente del MLNV, si aspira algún día a democratizarse: reconocer que violaron los derechos ajenos y pasar a partir de ahora a respetarlos, como condición a priori sine qua non para poder reclamar los propios.

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