Patinete
Cada vez que salgo del país pasa algo importante en casa. El 15-M me pilló en un avión y el cese de actividad de ETA, a kilómetros del hogar. Cada vez que ruedo una película la selección española gana un título internacional y mis migraciones transitorias provocan un acontecimiento histórico. Deberían darme una subvención para que emigre cuando queremos que algo bueno pase. Perdón, juntar en un par de líneas las palabras "cine" y "subvención" suele provocar que mucha gente eche espuma por la boca al leerlo. No, no quiero una subvención. Bromeaba.
Los que sí deberían llevarse una ayuda, o por lo menos una medalla, o por lo menos un aplauso, son Jordi Évole y su equipo de Salvados. Más allá del mail que me mandó un amigo el 20 de octubre diciéndome "¡Que se acaba ETA!", mi gran informador de lo que acontecía en este asunto fue el programa de La Sexta. Es admirable la transición que ha hecho este cómico y guionista hacia el periodismo más puro, el reporterismo más apasionante. Yo no diría que Évole es objetivo, pero sí se puede afirmar que intenta dar voz y escuchar a todo el mundo. Sabe que la realidad es compleja, y que para tratar de entenderla hay que escuchar a todo el mundo. Y todo eso sin dejar de lado una decidida apuesta por el triunfo del sentido del humor.
En los dos programa sobre ETA de Salvados hubo un par de momentos de alta comedia, uno tirando por el surrealismo y otro por el más puro costumbrismo. El instante surreal vino de la mano de Martxelo Otamendi, director de Berria. Tras un juego de preguntas y respuestas entre Évole y Otamendi, El Follonero dio con una de las claves del "problema vasco": el lenguaje. Aquí nos enredamos absurdamente con la semántica y nos volvemos locos. Las supuestas connotaciones de palabras como "condena", "conflicto" o "víctima" dan pie al retorcimiento verbal. Jordi Évole le dijo a Otamendi que la capacidad vasca de crear eufemismos es descomunal. Otamendi rizó el rizó y sentenció que era "polisemia", no "eufemismo". Vamos, la parte contratante...
El momento costumbrista procede del anterior programa, cuando el equipo de Salvados visitó Mondragón. En un momento dado, Évole tiene la brillante idea de sondear qué periódicos son los más vendidos en un kiosco. Cuando preguntó cuánto se vende La Razón en Mondragón, la respuesta del kiosquero no fue una respuesta, sino un sketch de Vaya semanita: "Se vende poco, pero ahora más porque trae un patinete". Quizás sea simplista, pero para mí esa frase resume Euskadi, sintetiza a la perfección este país de manifestaciones que también es el sitio donde más se ve Sálvame; en el que nos peleamos todo el tiempo, pero donde somos los más fanáticos del buen comer y el buen beber. Imaginar a un votante de Bildu comprando La Razón porque su hijo quiere un patinete. Para mí eso es Euskadi.
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