Fuga de cerebros, ¡cómo no se van a ir!
Si algo cabe esperar de las generaciones mejor formadas de la historia de España es que sean personas reflexivas e inteligentes.
Tienen formación universitaria. Saben idiomas, informática. Gracias al esfuerzo de sus familias muchos de ellos han realizado cursos de formación y/o prácticas en el extranjero. Han viajado. Conocen otros sistemas de trabajo, de acceso a la vivienda, de cobertura social...
¡Y se van! Naturalmente. ¡Y muchos de ellos no piensan en volver! Aquí en primer lugar necesitan del apoyo de la economía familiar para poder formarse, ya que con el importe de las becas Erasmus no da ni para pagar una cuarta parte de los gastos mínimos. Luego, con suerte y si tienen un buen expediente, pueden acceder al estatus de becario. Una falsa etiqueta que, en muchos casos, encubre un primer trabajo que incumple todas las normativas laborales, muy mal pagado con la excusa de que es un tiempo de "formación pos-grado". Y que no cuenta en su vida laboral.
Ahora, eso sí, de su exigua paga mensual el Estado les exige un IRPF que, aunque en otras circunstancias sería excesivo, ellos no pueden recuperar a la hora de la declaración individual de renta.
Y ahora, si quieren recuperar para su historia laboral los años de explotación becaria les proponen pagar 150 euros al mes. Ahora que no permiten renovar las becas por los recortes en todos los ámbitos. Ahora que no tienen paro, ni trabajo, ni ayudas... ni esperanza. Por eso se fugan. Unos al extranjero, donde en general se les valora y paga mejor que en su tierra. Y otros, que no es menos fuga de cerebros, en el sub-infra-empleo en el que podemos encontrar a una licenciada en Biología de cajera de supermercado, a un arquitecto despachando hamburguesas, o a un ingeniero reponiendo mercancía en un hipermercado.
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