_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El terror

Elvira Lindo

Antológica esa primera plana en la que aparecía el titular Fin del terror, referido al abandono de las armas de ETA, y al lado, como si se tratara de una broma pesada, la foto de Gadafi destripado, desprovisto ya de su aura de dictador y convertido en un ser humano derrotado por la tortura y la humillación. El terror no da tregua. Hay terrores grandes, los que amenazan a un pueblo, inoculan el miedo en el corazón de la gente y toman como rehenes la libertad de pensamiento y palabra.

Hay otros terrores, tan particulares que minan la vida de personas concretas sin afectar a la convivencia colectiva. No es otra cosa sino terror lo que sintieron los padres de Marta del Castillo cuando una tarde de 2009 vieron que su hija no llegaba a casa. No es sino terror lo que les atenaza cada noche, cuando tratan de conciliar el sueño desconociendo dónde unos desgraciados carentes de compasión y aleccionados por profesionales sin escrúpulos abandonaron los restos de la muchacha.

Es un terror sin consuelo, que no enturbia los discursos electorales y ni tan siquiera puede desahogarse en una asociación de víctimas. Es un terror íntimo, que se rumia en solitario. Lo estarán padeciendo los familiares de Ruth y José, los niños que el padre dice haber perdido en un parque, señalando desde el primer día una arboleda carnívora, que al parecer los devoró sin dejar rastro de ellos. Son esas caritas inocentes de las que apartamos la vista cada vez que abrimos el periódico o vemos el telediario para no permitir que pensamiento tan negro nos invada el ánimo.

Los niños José y Ruth, la adolescente Marta. Sus cuerpos sin reposo son el paradigma de los miedos infantiles y, por un momento, se imponen a todos los grandes terrores. ¿Sentirán aquellos que les lloran que al menos una vez al día deseamos que vuelvan del bosque que se los tragó?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_