Tras los pasos del hombre que buscaba al yeti
Gabi Martínez narra la vida de Jordi Magraner, asesinado en el Hindu Kush
Es una tradición en el género de viajes y aventuras partir en busca de alguien desaparecido, llámese capitán Grant, Livingstone, Kurtz o Grabot, el francés que quería ser rey -¡como si fuera inglés!- capturado por los crueles stiengs en La Voie royale de Malraux. Nuestro literato viajero más original, circunspecto y mitómano, Gabi Martínez (Barcelona, 1971), el autor de la espléndida Sudd, se ha lanzado en su nuevo libro tras un extraño aventurero moderno real, Jordi Magraner. Era este un francés nacido en Casablanca de orígenes valencianos que se adentró en las montañas del Hindu Kush huyendo resentido de la banlieue de Valence y ¡buscando al yeti! Acabó enamorado de esos parajes de grandeza, leyenda y riesgo, convertido en alguien tan asombroso como la propia criatura que persiguió, y asesinado.
"Con una historia tan increíble no necesitas inventarte nada"
"Era fácil pensar en Pakistán que el naturalista era en realidad un espía"
En Sólo para gigantes (Alfaguara, 2011) Martínez traza el retrato de Magraner, un tipo extravagante y discutible, incluso odioso, y rastrea con verdadera obsesión en su biografía hasta afrontar él mismo algunos de los peligros que el perseguidor del yeti arrostró y que en última instancia le supusieron la muerte degollado -junto a un niño indígena que era su discípulo- en un Pakistán recóndito en el que medraban los talibanes. Un libro hipnótico y oscuro, crónica de una fascinación -o dos- que nos lleva a parajes remotos y majestuosos, el kiplingesco Nuristán, donde no para de cocinarse, siglo tras siglo, la aventura, y que nos traslada también a lo más recóndito y tenebroso del alma humana.
Pocas veces se encuentra uno a alguien tan afectado por su propio libro. Martínez parece literalmente sorbido por su historia. Enjuto, atormentado, diríase que la aventura de Magraner y él han colisionado en alguna encrucijada existencial. "Hablas del yeti y sale la sonrisa", empieza sin sonreír un ápice en el frondoso jardín del acogedor hotel barcelonés Alma, un lugar muy adecuado no solo por las plantas sino porque alma, es sabido, es el nombre de la versión rusa del yeti. "A mí alguien que parte en busca del yeti, el barmanu como se lo conoce en hindi, ya me cae simpático de entrada. Pero cuando ves que eso es solo la punta del iceberg de una vida fascinante te ves arrastrado a meterte en esa historia, que es de las que merece la pena contar". El libro, "novela de no ficción", se mueve en los márgenes de la realidad pero el autor recalca que con una historia tan increíble como la de Magraner "no necesitas inventarte nada".
Martínez señala que todos sus libros, escribirlos, le han cambiado, pero ninguno como este, como viajar tras los pasos del naturalista. Magraner tiene facetas muy turbias que producen aversión, incluso un ramalazo fascista. Y está la cuestión sexual. "Yo era consciente al escribir sobre él de que había aspectos de su personalidad intranquilizadores para el lector y reprobables. Pero a la vez hay también muchos positivos. Por ejemplo, su colaboración decisiva para abrir una ruta de ayuda humanitaria a través de las montañas gracias a su relación con Massoud, el león del Panjshir, o su empeño en defender las tradiciones locales de los paganos kalash rodeados de musulmanes. Por eso entré en la historia. Ofrecía una oportunidad excepcional para explorar la condición humana, en lo bueno y en lo malo".
Martínez subraya que Magraner era un hombre de acción y un personaje total que tuvo el privilegio de vivir cambios históricos en unos de los parajes más extraordinarios del mundo. Alguien que fue en busca de un sueño (aunque, claro, no encontró al yeti) y que vio como la coyuntura internacional convirtió su paraíso en un infierno. No era lo mismo deambular por los parajes más abruptos de la frontera entre Pakistán y Afganistán vestido de camuflaje, con gafas de infrarrojos y con un rifle (de dardos) en los ochenta que seguirlo haciendo tras el 11-S.
Gabi Martínez resigue la vida del personaje hasta su misterioso asesinato en 2002, con 43 años. Sus sueños de grandeza y montañas vírgenes, su interés por las ciencias naturales derivado hacia la criptozoología (sus tesis sobre el yeti se basan en Bernard Heuvelmans el autor de Sur la piste des bêtes ignorées), sus expediciones, sus fracasados intentos por lograr respetabilidad en los círculos científicos, su progresiva inmersión en la sociedad kalash, su conocimiento de aquellas lejanas latitudes y gentes que lo convirtieron en alguien a tener en cuenta en la zona.
En la historia de Magraner hay un progresivo desengaño y un embrutecimiento. Hubo acusaciones de pedofilia. "Es una de las hipótesis que se barajaron como causa de su asesinato, como el espionaje o el tráfico de drogas. Yo me limito a recogerla".
El crimen permanece sin esclarecerse. "La investigación policial fue lamentable. Hay interés en que no se sepa más del caso". ¿Cuál cree que fue el motivo de que lo asesinaran? "Era un personaje incómodo. Era fácil para algunos pensar que el zoólogo era en realidad un espía. Estorbaba y se lo sacaron de encima".
Babelia
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