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Reportaje:

Las setas, ocio y negocio

Los aficionados celebran la llegada de la lluvia, imprescindible para que broten - Un recolector asegura que ganó 5.000 euros en dos meses con la venta ilegal

El otoño es la estación de las setas. Las temperaturas son idóneas, ni demasiado frío ni demasiado calor, y las lluvias, imprescindibles para el brote, frecuentes. Aunque septiembre fue un mes seco y octubre le ha seguido hasta hace bien poco los pasos, el agua parece que llega y los aficionados ya están con la cesta y la navaja preparadas.

La actividad ha experimentado un boom en el País Vasco en los últimos años y, con ello, han aumentado las intoxicaciones. En esto último coinciden prácticamente todos los expertos, pese a que no existe un registro centralizado del número de envenenados. Cada centro sanitario elabora su propia estadística. El Hospital de Cruces, por ejemplo, anotó el pasado año cuatro casos "lo suficientemente graves" como para requerir un ingreso, por dos de 2009 -no se guardan cifras del número de personas atendidas en Urgencias-. Por su parte, el Hospital Donostia remite, cuando se le consulta, a la Sociedad de Ciencias Aranzadi que cifra en "10 ó 12" los intoxicados en 2010 en Gipuzkoa.

La afición en Euskadi crece, lo mismo que las intoxicaciones

"Antes sólo iban al monte los que sabían de verdad. Eso ha cambiado. Cada vez hay más aficionados y muchos no tienen los conocimientos mínimos", explica Álvaro Chirapozu, responsable del servicio de identificación de setas que ofrece el Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao, abierto los lunes y martes de 9 a 11 horas (C/ Ugalde 7, 1º). "Es importante que la gente se centre en pocos ejemplares y vaya aprendiendo. Hay cientos de especies y no hay que cogerlo todo. Es mejor empezar poco a poco e ir ampliando conocimientos", abunda el experto.

Las setas, además de hobby, pueden ser una actividad muy lucrativa. Un recolector particular que pide mantenerse en el anonimato sostiene que ha llegado a ganar 5.000 euros en dos meses con la venta ilegal de, sobre todo, cantharellus (rebozuelos) y hongos boletus a restaurantes de Bilbao. "Tenía tiempo y pasaba muchas horas en la montaña, en una zona de Burgos. En tres horas podía coger perfectamente 10 kilos de cantharellus, que vendía a entre 10 y 15 euros el kilo. Recuerdo que ese año me fui de vacaciones con lo que gané", reconoce. "El 80%" de los restaurantes de Bilbao -prosigue- compra o ha comprado setas a gente sin licencia. En la caja tiene que estar registrado de dónde viene la seta y el sello de calidad que ponen los mayoristas, pero se vende un montón en negro, directamente de aficionado a hostelero".

En Burgos, Álava, Soria y Navarra, paraíso micológico, los aficionados sólo pueden coger setas -todas las que quieran- previo pago de un permiso diario que cuesta entre 3 y 15 euros, dependiendo del municipio, indica Roberto Fernández, del Centro de Estudios Micológicos de Euskadi. Estas setas son exclusivamente para consumo personal, por lo que está prohibido venderlas. En Gipuzkoa no hay que pagar, pero no se puede recolectar más de 5 kilos al día. Para poder comercializar con las especies recogidas hace falta una licencia especial que cuesta más de 200 euros.

"Lo de cobrar al aficionado es por puro afán recaudatorio. Cada ayuntamiento ha hecho lo que ha querido. Son los reinos de taifas. Se conculcan los más elementales derechos de igualdad. Si, por ejemplo, haces una ruta en la que tocas varios territorios, tienes que pagar lo correspondiente a cada lugar. Es un robo a mano armada", opina Fernández.

Los recolectores sin permiso saben que si son cazados recibirán una sanción económica, pero muchos están dispuestos a correr el riesgo. "He cogido setas durante 25 años y no me parece bien que ahora me cobren. Me pueden pillar, pero me la juego. Y hay muchos como yo. Entre semana es raro que los vigilantes estén. Hay más riesgo el fin de semana", señala un aficionado.

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