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Puerto exterior de Pasajes: imprescindible, viable y sostenible

El pasado 15 de octubre algunos miembros de la plataforma de profesionales de diferentes ámbitos que ya antes se había manifestado radicalmente contra la construcción del puerto exterior de Pasajes volvían a la carga con la publicación, en este mismo medio, de un artículo titulado "¿Otra vez a vueltas con el puerto exterior?" El propio título, con su retórico interrogante, hace gala de un tono nada cortés que se mantiene durante todo el texto.

No es mi deseo enzarzarme en un cuerpo a cuerpo dialéctico con esos señores en las páginas de un diario del prestigio de EL PAÍS. Mejor prefiero aprovechar la ocasión que, como presidente de la Autoridad Portuaria de Pasaia, se me ofrece para aclarar elementales conceptos sobre un tema, el del puerto exterior, que de tan manido, llega casi siempre distorsionado a los ciudadanos. Primero, para poner de relieve que el puerto de Pasaia o de Pasajes, como es más conocido en toda España, ocupa el lugar número 20 de entre los 28 que componen el organismo Puertos del Estado, dependiente del Ministerio de Fomento. Es, por tanto, un puerto más bien pequeño, al que la evolución de los tiempos ha ido dejando obsoleto. Lo que antes fueron sus fortalezas, como el perfecto abrigo de sus aguas interiores sólo comunicadas con la mar por un angosto canal de acceso, se están convirtiendo en sus debilidades, pues esa dificultosa entrada impide que operen barcos de más de 180 metros de eslora y también limita su calado. Por ello, es imposible acceder a tráficos que son habituales en otros puertos, como los contenedores o los graneles líquidos, o lo que es lo mismo, hidrocarburos. Es un puerto en el que los productos siderúrgicos y la chatarra copan más de la mitad del tráfico total de mercancías. También es, desde hace más de 30 años, uno de los mejores en la exportación e importación de automóviles. El que hará el número seis millones se cargará en sus muelles el próximo día 29 de noviembre, lo que supondrá todo un hito. Pero todo este movimiento económico, esencial (en el pasado, en el presente y esperemos que también en el futuro) para el tejido industrial guipuzcoano está seriamente amenazado por las limitaciones ya citadas más arriba y por otro elemento consustancial a los momentos actuales: la cada vez más difícil convivencia entre el puerto y la ciudad. Unas cien mil personas de cuatro municipios abrazan la bahía y sufren, en mayor o menor medida, las molestias del tráfico portuario, con negativas afecciones medioambientales incluidas. Pero muchos de sus habitantes también viven, han vivido siempre, del puerto.

Sin embargo, este problema no se da sólo en Pasajes, sino que en otros muchos lugares sucede o ha sucedido lo mismo y la solución siempre ha sido igual: el puerto ha acabado moviéndose de sitio, pues ha prevalecido, como es lógico, el bienestar de los ciudadanos. Sin ir más lejos, el propio proceso que ha transformado Bilbao en un modelo universalmente reconocido de regeneración urbana ha consistido en algo muy parecido a lo que se pretende hacer en Pasajes: sacar el puerto del centro del ciudad, haciéndolo más grande y competitivo, para transformar aquella en una urbe moderna. Y no es el único. El mundo entero está lleno de ejemplos como el que nos ocupa: Barcelona, Hamburgo, Rotterdam, etcétera.

Eso mismo es lo que la Autoridad Portuaria de Pasaia y los tres partidos que forman una mayoría política en Gipuzkoa, PNV, PSE-EE y PP, pretenden llevar a cabo, pese a la cerrada negativa del Gobierno de Bildu: la regeneración integral de la bahía de Pasaia, que solo puede ser eso, integral, si la actividad comercial se saca fuera. O si se cierra el puerto, algo que nadie dice desear aunque algunos con sus actitudes empujen inexorablemente en esa dirección de manera inconsciente. Conviene recordar que este proyecto regenerador cuenta ya con el apoyo interinstitucional de un protocolo, que fue acordado el pasado mes de abril en Madrid, en la sede del Ministerio de Fomento, cuyo titular, José Blanco, encabezó la presentación del acuerdo, al que también se adhirieron el Gobierno vasco, con la presencia del consejero de Vivienda, Obras Públicas y Transportes, Iñaki Arriola, y la del entonces diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, así como la de mi antecesor en el cargo de presidente de la Autoridad Portuaria de Pasaia, Miguel Buen. El protocolo recoge las vías de financiación y los compromisos de cada institución. Por tanto, en cumplimiento de nuestras obligaciones legales, el proceso continúa. Y dentro de la tramitación del Plan Director de Infraestructuras del Puerto de Pasaia, nos hallamos en un momento crucial: el de la redacción definitiva del Informe de Sostenibilidad Ambiental, que será sometido a la aprobación del Consejo de Administración de la APP en una próxima sesión extraordinaria. Y tendrá que ser el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino quien deberá dictaminar si el proyecto cumple o no los estrictos requerimientos medioambientales que marca la, afortunadamente, cada vez más garantista legislación española. Por nuestra parte, nos hemos esmerado en demostrar que se trata de un proyecto imprescindible, viable y sostenible.

Lucio Hernando Albístegui es presidente de la Autoridad Portuaria de Pasaia.

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