Cuesta hacerse a la idea
El día 20 de octubre será un día inolvidable. La víspera del homenaje a las víctimas, seis días después de la Conferencia Internacional de San Sebastián, un mes antes de las elecciones, y, sobre todo, cincuenta años después de la creación de ETA; después de que ETA haya matado a 858 personas entre ellas niños, después de que haya creado el temor entre los amenazados y entre los ciudadanos, sin haber conseguido nada más que generar dolor, consternación, pérdidas personales, sociales, económicas, después de innumerables manifestaciones por parte de los ciudadanos exigiendo su desaparición, después de una labor policial incansable, ETA decidió comunicarnos, el pasado jueves, sin exigir contraprestaciones políticas, que cesa definitivamente su actividad armada.
Nos toca confiar en que el trabajo que falta se hará en la dirección correcta
No todos creen que este comunicado sea el definitivo; estamos tan acostumbrados a que diga hoy una cosa y mañana otra que costará convencernos de que esta vez es distinto y de que la pesadilla se ha acabado para siempre. Las reacciones de los responsables políticos dan la impresión de que es así aunque resulta difícil convencerse de que es verdad y de que lo es para siempre. Es como la historia de lobo. Tanta mentira nos ha acostumbrado a no confiar en los comunicados de la banda armada. Pero quiero creer que me equivoco y que esta vez sí, esta vez es de verdad, aunque lo que haya de ocurrir desde este momento hasta que realmente nos hayamos convertido en una sociedad en paz y con sosiego pueda parecernos largo y en ocasiones doloroso. No es fácil olvidarse de tanto dolor como el que han causado.
Los que nacimos en las décadas de los 40-50 e incluso 60 hemos vivido, nuestros años de jóvenes y adultos, con Franco, con ETA o con los dos. Los que nacieron antes lo tuvieron muy difícil soportando dos guerras, la civil española, la segunda guerra mundial y, muchos, también la dictadura. Siempre les he compadecido. Pero haciendo memoria de nuestros años tampoco han sido ninguna bicoca. Nuestra juventud, bajo la dictadura de Franco no fue ninguna panacea. Nos impidió hacer lo que debiéramos haber hecho, formarnos en aquello que habíamos elegido y sentirnos libres Tuvimos que aprender de política mucho y a trompicones, pasar miedo, ¿perder? (todo es relativo) el tiempo en cosas que no debieran habernos molestado y dejar de hacer lo que se suponía que teníamos que hacer. Cuando a Franco le siguió ETA, mejor dicho, cuando ETA subsistió a la muerte de Franco no creo que nadie pensara que podría durar tanto ni actuar con tanta saña. Se daba por hecho que desaparecería cuando se instaurara la democracia en España. No fue así. ETA nos ha perseguido y amargado la vida a mucha gente, y ha causado incalculable dolor a familias y personas víctimas de sus pistolas, sus bombas, sus secuestros; tampoco los amenazados y chantajeados durante estos años lo han tenido nada fácil. A nadie le gusta vivir en un ambiente en que se mata, secuestra y se extorsiona a vecinos, a conocidos, a desconocidos, a familiares de familiares, a gente de bien, a políticos, a policías, a empresarios, a niños, a familias. Pues eso es lo que ha impuesto ETA como entorno de vida para los vascos a los que dice defender. Todos los vascos hemos llevado encima el estigma de vivir en una sociedad que no era normal, en un país donde una banda violenta causaba daño indiscriminado, injusto e innecesario.
No sabemos qué pasara ahora. ETA en su comunicado se refirió a las conversaciones con los gobiernos español y francés después de haber satisfecho el primer punto de la declaración que leyó el ex primer ministro Bertie Ahern, en San Sebastián. Las víctimas, al menos algunas de sus representantes, no se conforman con esta declaración y piden la disolución así como la petición de perdón por parte de los integrantes de la banda terrorista. Y no les falta razón. Entonces es cuando todos y todas estaremos realmente tranquilos y podremos decir que este "inicio del final de ETA" ha concluido.
Algunos criticaron la conferencia de San Sebastián y el texto consensuado porque todo el montaje no era más que una percha de enganche o una escenificación que ETA no se merecía. Y es obvio que ETA no se merece nada. Pero los que si se merecían, como mínimo un comunicado como el que el jueves se hizo público son las víctimas, los amenazados y el resto de los ciudadanos, sobre todo los ciudadanos vascos. Aunque las víctimas y todos los demás hubiéramos agradecido algo más de empatía, una petición de perdón o por lo menos una manifestación de que son conscientes del dolor ocasionado.
Se demuestra que si Kofi Annan. Gro Harlem. Brundtland, Bertie Ahern, Pierre Joxe, Gerry Adams y Jonathan Powell estuvieron dispuestos a tener un protagonismo en la conferencia de paz es porque habían tanteado la posición de sus gobiernos y, de rebote, del gobierno de Madrid. Si aceptaron la invitación fue porque en ninguno de sus países se veía con malos ojos su presencia, lo que, a su vez, es un síntoma de que el gobierno central prefería no oponerse a que esta conferencia se celebrara. La escenificación que proporcionó la conferencia de San Sebastián ha sido útil para llegar a donde hemos llegado; nos toca confiar en que el trabajo que falta se desarrollará en la dirección correcta. Si consiguiésemos experimentar lo que es vivir en una sociedad en paz sería fantástico.
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