Paradojas
Suele decirse que el que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios. Un ejemplo: esta semana se ha podido leer en un periódico madrileño que "el cine español carece de valores reconocibles que faciliten su aceptación". Sin embargo, al mismo tiempo, en el festival de cine español de Toulouse la realidad era otra. Allí se aplaudían las películas españolas de última hornada -fueron premiadas principalmente Crebinsky, de Enrique Otero, y 80 Egunean, de Goenaga y Garaño-, y se descubrían joyas del pasado como Plácido, de Berlanga.
Se premió por partida doble la trayectoria profesional de ese magnífico actor que es Juan Diego Botto, se rindió homenaje en una mesa redonda a la personalidad de la directora Pilar Miró, y se recordó la figura del recientemente fallecido Jorge Semprún y su vinculación con el cine francés. Toulouse fue durante 10 días una fiesta de las películas españolas, como seguramente lo será en un par de semanas el festival de Marsella, donde también el cine español es el protagonista: allí recibirán sendos homenajes Carlos Saura y José Luis Alcaine.
En Toulouse no entienden esa constante animadversión hacia su cine de muchos españoles, o al menos su eco en bastantes periódicos. Allí aún se recuerdan las circunstancias en que vivieron miles de españoles exiliados tras la Guerra Civil, y sonríen con simpatía ante una hermosa plaza que fue su punto de encuentro, rebautizada como "el parlamento español". Las tertulias que allí se organizaban acababan a veces en confrontación. De ahí que entiendan que esta continúe en la vida española.
Lo que no comprenden es que el cine esté tan mal visto en su país. Sin ir más lejos, esta semana en la que algunas películas españolas reinan en la taquilla, un lector escribe en la web de este periódico: "El problema del cine español es que es siempre lo mismo: o Guerra Civil o vericuetos sexuales. Creo necesario dar ya una vuelta de tuerca y tratar con la máxima naturalidad el tema de la zoofilia, por ejemplo, para que se enteren por el extranjero de lo evolucionados y modernos que somos". Ni en Toulouse creo que entienden lo que quiere decir.
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