La defensa antimisil de España, ¿acierto o error?
La conferencia de prensa celebrada el pasado 5 de octubre, con la presencia del secretario general de la Alianza, Anders Fog Rasmussen, como testigo de cargo, con el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, como actores, ha tenido una gran repercusión, debido al anuncio hecho de participar en el desarrollo del Sistema de Defensa Antimisil por parte española. Si leemos el comunicado conjunto, España se compromete únicamente a estacionar en un puerto cuatro buques de la Armada de los Estados Unidos dotados con el sistema Aegis.
El presidente español, además de reafirmar el compromiso de nuestra nación con la Alianza, de acuerdo con la senda marcada hace un año en la cumbre de Lisboa, recordó que a España le fue asignado un Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC) en Torrejón, que junto con el existente en Uedem (Alemania), forma una parte esencial del sistema de Mando y Control aliado. Uno de sus cometidos es la defensa antimisil, que tendrá su componente naval en los misiles de los cuatro destructores que tendrán apoyo logístico en las instalaciones de la base naval de Rota, que, recordemos, están financiadas no solo por el presupuesto de Defensa español, sino también por el Departamento de Defensa de los EEUU y la OTAN. Naturalmente, este apoyo logístico tendrá un impacto económico positivo en la comarca de Rota y El Puerto de Santa María, pues aparte de recibir la visita de unos 1.200 marinos norteamericanos de las dotaciones de los cuatro destructores, habrá que realizar obras de acondicionamiento en sus muelles e instalaciones, de por sí ya concurridos por los buques de la Flota española, que han necesitado la construcción de un nuevo muelle para dar cabida al flamante buque anfibio Juan Carlos I. El mantenimiento de los cuatro barcos norteamericanos, dada la similitud de su sistema de combate con el de las fragatas F-100 españolas, junto con innumerables equipos parecidos, será realizado por los astilleros de Navantia sitos en la Bahía de Cádiz, apoyados por la industria auxiliar.
Cuatro barcos de EE UU en Rota no van a alterar el equilibrio en el Mediterráneo occidental
Hasta aquí todo es positivo. España reafirma su compromiso con la defensa común frente a una hipotética amenaza de misiles y el estacionamiento permanente en Rota de cuatro destructores norteamericanos compensa económicamente la pérdida del buque nodriza de submarinos, que durante años estuvo atracado en punta en el muelle número 2 para apoyo de submarinos nucleares de ataque SSN, hasta que el Gobierno del presidente Adolfo Suárez forzó su traslado al archipiélago de la Maddalena (entre Córcega y Cerdeña), donde aún sigue.
Durante tres años, 2006 a 2009, el teniente general Obering, de la Fuerza Aérea de los EEUU, estuvo vendiendo el concepto de la defensa antimisil de los EEUU. En esencia preconizaba una defensa adelantada, presumiendo que el ataque de un misil balístico nuclear vendría de Oriente Medio, y que antes de llegar a los EEUU pasaría por Europa, a la que habría que proteger; y aquí habría que aclarar que esa sombrilla protectora apenas cubría el sur de la Península Ibérica. Nada que objetar a este razonamiento, que empezaba a fallar cuando intentaba convencer de que habría que instalar un radar en la República Checa para detectar el misil incursor y una serie de misiles anti misil en suelo polaco. Ante este segundo argumento saltaba inmediatamente el embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozin, que preguntaba por qué no se instalaban los misiles y el radar en Turquía de acuerdo con la trayectoria lógica de los supuestos misiles, y no a unos cientos de kilómetros de Moscú, en suelo polaco.
Recordemos que el origen de esta defensa anti misil es la famosa Guerra de las Galaxias del presidente Ronald Reagan y que llevó a la extinta URSS al borde de la quiebra y a renunciar a la carrera defensiva espacial, por carecer de financiación suficiente para ello. Los EEUU siguieron adelante realizando una serie de pruebas en el Pacífico con sus modernos destructores de la serie Arleigh Burke (DDG 51), que con la entrada en servicio este mismo mes del USS Spruance (DDG 111) totalizan 61 unidades, si bien todas ellas no han recibido la ampliación del software del sistema Aegis, para dotarles de la capacidad para interceptar un misil balístico que pueda ser derribado por el misil Standard 3. En cuanto a los radares de seguimiento es posible sean ubicados en Bulgaria y Turquía. No hay que olvidar, además, que Europa cuenta con un sistema antimisil sui generis, pues un misil que partiese de Oriente Medio con destino a Europa pasaría forzosamente por el espacio aéreo de Israel.
Definitivamente, el estacionar cuatro destructores norteamericanos en Rota no va a alterar el equilibrio geoestratégico del Mediterráneo occidental, ni los accesos al Estrecho de Gibraltar, ya que estos buques normalmente patrullarán el Mediterráneo oriental y a lo sumo el central, al sur de la isla de Sicilia, ya que estas zonas son las que se verían sobrevoladas por un muy hipotético lanzamiento de misiles desde Oriente Medio.
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