Recortados pero dignos
El único problema del Faust del Liceo era de orden conceptual: ¿Era pertinente abrir temporada con una versión recortada y en concierto de un título mayor del repertorio que inicialmente se tenía que ofrecer completo y escenificado? Teniendo en cuenta que en este país se están cerrando quirófanos, no queda mucho margen para la discusión. No hay más cera que la que arde y habrá que apañarse con ella. Tragado el sapo de tener que enviar a Faust al infierno de los recortes, la opción escogida por el teatro: presentar la ópera en versión de concierto y con grandes voces en vez de pergeñar un Faust completo, pero de pacotilla, se reveló como la mejor de las posibles. Viviremos recortados, pero dignos.
FRAGMENTOS DE 'FAUST'
De Charles Gounod (versión de concierto). Krassimira Stoyanova, soprano. Piotr Beczala, tenor. Erwin Schrott, bajo-barítono. Ludovic Tézier, barítono. Karine Deshayes, mezzosoprano. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Cor del Gran Teatre del Liceu. Pierre Vallet, dirección musical.
Gran Teatro del Liceo.
Barcelona, 7 de octubre.
Despojada ya de la escena, acortar la obra y reducir sus cinco largos actos a unas dimensiones razonables para un concierto fue también una buena decisión, pues lo que se perdió en extensión se ganó en intensidad y Faust, obra de números cerrados y autosuficientes, soporta mejor está amputación que un Wagner o un Strauss en los que resultarían fatales.
Apostarlo todo a la música en Faust tiene sus riesgos, pues la obra es de enorme exigencia y, siendo título de repertorio, todo el mundo tiene en la cabeza gloriosos referentes discográficos que involuntaria y constantemente está comparando con lo que escucha en directo. En este sentido, la apuesta se ganó casi completamente y el Faust del Liceo resultó poco menos que "de disco".
La orquesta y el coro empezaron, ambos, bastante descolocados pero se fueron ajustando a lo largo de la obra y terminaron a un buen nivel. El director Pierre Vallet, que debutaba en el Liceo, pasó demasiado desapercibido. Entregó un trabajo correcto, pero no más.
El triunfo musical estuvo en las voces solistas. Piotr Beczala, joven tenor polaco que debutaba en el Liceo, fue un Faust impresionante. En versión escenificada quizá habría quedado un poco pasmado, pero en lo vocal estuvo sensacional, muy bien de estilo y, además, plantó un do de pecho coronando su aria Salut!, demeure chaste e pure que quedó redondo, potente, timbrado. Un verdadero diamante que enardeció al público.
Krassimira Stoyanova también estuvo completísima en el papel de Marguerite, hizo transitar muy adecuadamente al personaje por sus diferentes fases de jovencita inexperta, amante voluptuosa, mujer traicionada, abandonada y enloquecida, para hacerlo morir finalmente en olor de santidad. Su interpretación de la célebre aria de las joyas superó con creces la de Bianca Castafiore y habría satisfecho totalmente las altas exigencias del Capitán Haddock.
Ludovic Tézier, con un timbre vocal bellísimo, compuso un Valentín ejemplar y su Avant de quitter ces lieux fue memorable, antológico. Karine Deshayes, una mezzosoprano en alza que también debutaba en el Liceo, estuvo totalmente suficiente en el papel de Siebel y si no triunfó más fue porque el papel, con los conocidos couplets como único número importante, no daba para más.
Mención especial merece el bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott en el papel de Méphistophélès. Quizá en algún momento, debido la exigente tesitura de su partitura, no pudo dar a algunos graves todo el cuerpo y el peso que necesitaban, pero eso fue minucia comparado con la soberbia "puesta en escena" que hizo del personaje. Dominante, ambiguo, chulo, acanallado y perturbadoramente seductor, encarnó a la perfección la belleza del diablo. ¡Lo que se perdió Marguerite yendo al cielo!
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