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Reportaje:

El alcalde indigna a la escena

La exdirectora del CDG Ánxeles Cuña pide la dimisión de Conde Roa por el altercado del Auditorio - "Ofende a su partido y a sus votantes", critica Quico Cadaval

Quico Cadaval salía del Auditorio de Galicia el pasado miércoles, tras el estreno de la ópera bufa El barbero de Sevilla, y se encontró con dos policías. Alguien les dijo que fuesen, pero ellos no sabían bien para qué. "Algunos ciudadanos que pasaban por allí les decían 'no os queda nada', cosas así, y yo pido solidaridad con los municipales que tuvieron que acudir al Auditorio a la una de la mañana para hacer el ridículo".

"Lo que hizo el alcalde de Santiago no se puede permitir, es para pedir su dimisión, sin darle más vueltas", resume la directora de Sarabela Teatro, Ánxeles Cuña, que habla de aldraxe. "El insulto al mejor iluminador de este país, Balta [Baltasar Patiño, responsable de luces de la obra, al que el alcalde, Gerardo Conde Roa, llamó "parásito" o "mamón"] lo siento como propio. Y además, cuestionó qué recursos escénicos se pueden emplear o no por razones políticas. La regresión es muy preocupante, y la actitud, impropia de un alcalde. Parece que no está en sus cabales".

"La crispación puede llegar muy lejos de aquí en adelante", advierte Morris
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Un 'Barbero' flojo

El pasado 19 de septiembre, en la fiesta de aniversario de un local de Santiago, Conde Roa se dejó ver entre esos agentes culturales a los que ha llamado alguna vez "culturetas", conducida por el dúo Os da Ría. Allí, como un político profesional, encajó todos los chistes. El pasado miércoles, sin alusiones ni focos que lo encuadrasen, le desagradó la escenografía de El barbero de Sevilla y atribuyó a Patiño una decisión del director de escena, Curro Carreres. Hasta el punto de agredirle verbalmente y, casi -tuvieron que contenerle- llegar a las manos. Sucedió justo al final, coronando el canto al amor de la comedia original de Beaumarchais. En claro pastiche, desde el cielo, bajando hacia el escenario pancartas con lemas ilustrados, del 68 francés, algunos gallegos -Mexan por nós e dicimos que chove, de Castelao- y otros del movimiento 15-M, como No hay pan para tanto chorizo o Cuándo se van a dar cuenta de que lo importante es la gente. A esa cartelería bajada a escena se añadieron algunos figurantes, justo antes de los aplausos, envueltos en títulos de libros como ¡Indignaos!, el breviario socialdemócrata de Stéphane Hessel.

Quien dio sentido al montaje, pancartas incluidas, no entra en la acción ni en la gravedad de las palabras de Conde Roa. "Si al final introduje una forma de revolución pacífica y democrática fue por acercar el libreto a la actualidad", dice Carreres. "No valoro lo sucedido, pero la supuesta carga insultante de algunos lemas de la Ilustración es mucho mayor".

Para el alcalde, la libertad de expresión no ampara "mensajes tan insultantes". Para la gente del teatro, que no recuerda cosa semejante, la reacción oscila entre la distancia brechtiana, la indignación pura y un cierto hastío. Quico Cadaval explica la primera: "¿Para qué sirve pedir su dimisión? Lo importante no son las opiniones del alcalde, sino lo que hizo". El dramaturgo de Ribeira, también amigo de Patiño -que ilumina la reciente producción del CDG que él dirige, A ópera dos tres reás-, considera "contraproducente" hablar de libertad de expresión. "El alcalde hizo uso de la suya para ofender a una persona, no prohibió la ópera. Lo que hay aquí es una actitud indigna en el ejercicio de un cargo público y una agresión por la que todavía no ha pedido disculpas". Conde Roa decidió dar por zanjado el asunto pidiendo perdón "a quien haya podido sentirse ofendido". "Pero tú pides disculpas a la persona ofendida y es esta persona quien puede zanjar el asunto, no tú". Para Cadaval, quien tiene que pedir la dimisión de Conde Roa es "su partido". "Su agresión ofende a la gente de su formación y a la que votó por él. Yo no le voté".

En el Ayuntamiento de Santiago, anteayer, se llevó a pleno el relevo de varios miembros del Auditorio. La reflexión política más sólida sobre lo sucedido, además de un chascarrillo del ex alcalde socialista Xosé Sánchez Bugallo, fue en otro punto del orden del día, relativo a la concesión de una calle al ex presidente de la Xunta, Manuel Fraga Iribarne. "Como se pudo leer ayer en las pancartas de la ópera, que no se calle la calle", hiló el portavoz nacionalista, Rubén Cela. El BNG local y las Xuventudes Socialistas se sumaron al coro un día después con alusiones a qué es y qué no es libertad de expresión.

Desde los colectivos de actores y compañías, sometidos a una presión de dimensiones nuevas -ayudas de este año que se repartirán el que viene-, tienen clara la "barbaridad". "La más grande, que haga eso un político escogido democráticamente en Santiago, caracterizada históricamente por el cuidado y el respeto hacia la cultura", lamenta Salvador del Río, de Escena Galega.

Sin referencias al acierto escénico de Carreres, Antonio Durán, Morris, de la Asociación de Actores, se centra en la indignación. "El descontento es tan generalizado que todo Dios puede recurrir a este tipo de lemas en su trabajo. Por algo se ofenderá Conde Roa, supongo, pero lo que hizo solo demuestra su falta de recorrido ético y cultural". Los actores exigen disculpas, de verdad, a Baltasar Patiño. Como reflejo de la sociedad, al teatro le falta saber qué sociedad quiere Conde Roa. El riesgo, para Morris, es saberlo de antemano: "Amparándose en los recortes, la crispación puede llegar muy lejos de aquí en adelante". Balta volverá a Madrid este mes para guiar En la luna, de Alfredo Sanzol, producida por La Abadía y Teatre Lliure. Si la policía os hace correr, vais a estar ridículas con esos tacones, dice la sinopsis.

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