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Crítica:JAZZ | TROMBONE SHORTY & ORLEANS AVENUE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Huracán pos-Katrina

En los últimos tiempos el mundo del jazz ha sufrido pocas sacudidas. Cada cosa está en su exacto lugar y todo el mundo parece contento con su sino, las revisiones y las repeticiones son la moneda de cambio. Esa es la regla general, pero en Nueva Orleans después del huracán Katrina todo parece haber cambiado radicalmente, incluso el jazz si es que todavía podemos utilizar esa palabra. Trombone Shorty & Orleans Avenue son la demostración palpable. Los dejas sueltos sobre un escenario y ya nada vuelve a ser igual. Un auténtico huracán pos-Katrina.

El pasado martes ese huracán azotó con fuerza en la Diagonal barcelonesa. La sala Bikini, salvadas las aglomeraciones de la entrada, se llenó. La ocasión se lo merecía, el boca-oreja había funcionado a la perfección y nadie salió defraudado porque la banda ofreció uno de esos conciertos sin fisuras que cortan la respiración de principio a final.

TROMBONE SHORTY & ORLEANS AVENUE

Bikini, 27 de septiembre

Trombone Shorty, nombre de guerra del trombonista, trompetista y cantante Troy Andrews, nació hace 25 años en Tremé, el hoy televisivamente famoso barrio de Nueva Orleans, y creció entre el rock, el funk, el hip-hop y la música callejera de las brass bands (en sus inicios profesionales simultaneaba una de esas bandas con el grupo de Lenny Kravitz). Todas esas músicas crecieron juntas en su cabeza y de forma natural se entremezclan ahora en su propuesta escénica. Es imposible encasillarlo o intentar saber si pesa más el jazz que el funk o cualquier otra cosa. La única posición razonable es huir de etiquetas y dejarse llevar por algo (si fuera necesario etiquetar, la mejor sería "la música de Trombone Shorty") sencillamente apabullante que te sacude en el estómago y te pone inmediatamente en movimiento. En Bikini, durante más de 90 minutos, nadie paró quieto, manos en alto y sonrisa en la cara.

El concierto de Troy Andrews y su banda abre, como si fuera un anticipo, el Festival Internacional de Jazz de Barcelona, que alcanza ya su 43º edición y se reanudará el próximo 16 de octubre.

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