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Columna
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Justicia

Tomàs Delclós

AXN ha repescado la primera temporada (2008) de la miniserie de la BBC Criminal justice, titulado aquí Presunto culpable. El título original apunta con más precisión las intenciones de esta pieza de Peter Moffat, un antiguo abogado. No se trata solo de descubrir al criminal. Lo principal es contemplar el proceso judicial y su aplastante maquinaria. Lo singular de Criminal justice es que ni el acusado está seguro de no haber cometido el crimen. Se despertó tras una noche de tequila y éxtasis en casa de una chica que aparece acuchillada en su cama. Sólo recuerda que se conocieron y encamaron.

El núcleo de la historia no es solo su propia incertidumbre sino cómo el aparato policial y forense maneja la suya. Todos los indicios apunta a que el joven Ben ha sido el autor. A algunos, como el policía que lleva el caso, el olfato le dice que Ben es inocente, pero finalmente lo acusa porque no hay otra hipótesis plausible. Precisamente esta carencia hace que muchos vean una pérdida de tiempo entretener la justicia en el caso. Se trata de resolver el trámite, no de hallar la verdad, y eso incluso para algunos abogados que pasan por la defensa del acusado, más pendientes de encontrar estratagemas procesales que en indagar sobre lo sucedido.

La serie, cuyos cinco capítulos la BBC emitió en días consecutivos, tuvo varios premios pero no gustó al gremio de abogados y procuradores británico. Acostumbrados a imágenes enaltecedoras como Perry Mason pudieron considerar que en esta serie se les presentaba peseteros y poco interesados en descubrir los hechos. El actor protagonista es el shakespeareano Ben Whishaw, más conocido por su criminal personaje, ahí sí, en El perfume.

En Reino Unido no rige la pena de muerte y ninguna incuria judicial puede tener este trágico resultado. Lamentablemente esta semana los verdugos han regresado al trabajo en Estados Unidos. El caso de Troy Davis vuelve a plantear el terrible desastre de un posible error sin enmienda, uno de los muchos argumentos convincentes contra la pena capital. Es una semana para revisar Quiero vivir (Robert Wise, 1958) o La vida de David Gale (Alan Parker, 2003).

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