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Una ciudad en fiesta

En la intimidad de la plaza de Catalunya

Triunfo de El Pont d'Arcalís i Gossos; Ruibal, desangelado en la Catedral

En la segunda noche festiva, la plaza de Catalunya tomó gran parte del protagonismo musical. Primero albergando un concierto de pura justicia y después convirtiéndose en el epicentro de un eufórico terremoto juvenil.

El Pont d'Arcalís, la más veterana e influyente banda folk catalana, se merecía una plaza de Catalunya en plena Mercè y más en este año que celebra su vigésimo aniversario. Los pirenaicos de Gràcia lo supieron aprovechar. Desplegaron su arsenal de danzas y ritmos ancestrales tratados con soltura, alguna que otra reivindicación y, sobre todo, una modernidad apabullante, y se metieron inmediatamente al público en el bolsillo. Y no era un público fácil porque la plaza estaba abarrotada de paseantes y de adolescentes que ya esperaban con cierta impaciencia el posterior concierto de Gossos. Los fieles, que los había, disfrutaron de lo lindo y el resto quedaron atrapados en la propuesta del quinteto. Muchas parejas de las edades más variadas se lanzaron a bailar. Una gozada.

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El Pont d'Arcalís se supo apoderar de la plaza y la convirtió en una íntima placita de pueblo. Los turistas no paraban de inmortalizar los momentos más dinámicos con sus móviles. Quizá al llegar a sus países no recordarán el nombre de los artistas, pero al ver la filmación recordarán que por aquí la tradición también puede ser divertida y eso ya es mucho.

No sucedió igual en la avenida de la Catedral con Javier Ruibal. Al cantautor gaditano le vino grande el espacio a pesar de que se habían instalado varias filas de sillas ante el escenario. A solas con su guitarra no pudo sobreponerse al ambiente. Y cuando salió su grupo, magnífico por otra parte, todo se había diluido. Sus seguidores, desde las filas de sillas, seguro que disfrutaron, pero el resto de la avenida estaba por otras cosas. Una lástima, porque Ruibal merece mucho más.

Mientras Ruibal concluía, en la plaza de Catalunya el ambiente cambiaba casi radicalmente. Con puntualidad, Gossos lo habían transformado todo. La plaza lucía sus mejores galas sin llegar al lleno apoteósico de otras ediciones. Ante el escenario se apretujaba una marea humana con los brazos levantados. Los manresanos triunfaron ante un público entregado de antemano. Pop rock euforizante para una noche de fiesta.

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