Tiempos difíciles para las viñetas
El dibujante Max y el guionista Hernández Cava cuestionan el futuro del tebeo
Las charlas que los últimos años organiza Eutopía en la azotea de la sede cordobesa del Instituto Andaluz de la Juventud tienen mucho de espontáneo. Forman parte del encanto de la cita y son marca de la casa. Las notas que la pareja de invitados pueda llevar, pronto se convierte en papel mojado. La conversación suele terminar, felizmente, por los cerros de Úbeda y el título de la misma queda como una excusa de partida.
El dibujante Max y el guionista y editor de tebeos Felipe Hernández Cava sabían ayer a qué se exponían. El primero ya había visto la noche del miércoles a Kiko Veneno y a la poeta Luna Miguel hacer lo propio. El segundo reconocía entre risas no saber sobre qué iba a hablar. Pero ambos confiaban en la improvisación. Y, bueno, en su caso no iba a ser complicado.
Los artistas de 'Madriz' y 'El Víbora' participan en Córdoba en Eutopía
Max y Hernández Cava se conocen desde hace cuatro décadas. En este tiempo, han visto cambiar la industria del tebeo en España. Desde los tiempos gloriosos en los que existía un tejido de publicaciones disponible en todos los quioscos -tanto para niños como para adultos- a los actuales, donde el tebeo ha perdido sus cabeceras mensuales y ya casi solo se encuentra como formato de novela gráfica en librerías especializadas, cadenas internacionales o centros de referencia.
Hernández Cava sabía ayer que muchos de los que iban a escucharle eran jóvenes. Algunos, incluso, aspirantes a convertirse en ilustradores o dibujantes de cómic. Tal vez, guionistas. Para ellos avanzaba, unas horas antes del encuentro con Max, un mensaje seco y realista. "Tendrán muchas menos oportunidades de las que tuvimos nosotros en los años 70 y 80. El panorama es hostil. El papel está copado y, además, en franco retroceso. Tendrán que buscar en las plataformas virtuales", vaticinó. Y añadió, rememorando un sentimiento del que todavía se siente partícipe: "Deberán, como los de mi generación, entender su trabajo como un apostolado en el que se darán a conocer sin la remuneración económica que merecen. Por otro lado, siempre les quedará la salida del extranjero, donde sí hay un mercado y una labor reconocida. En eso no hemos cambiado. Tal vez, hemos ido a peor", prosigue.
Este guionista, apasionado de la historia y cerebro de publicaciones legendarias como Madriz, se ha alimentado, sobre todo, de otros trabajos, no del tebeo. Y lo mismo le ha pasado al catalán Max. Desde su época bizarra, trabajando para El Víbora, entre otras muchas publicaciones, con sus personajes Peter Punk o Gustavo, que le daban para vivir con sus ocho páginas mensuales por publicación, ha pasado a crear solo cuando siente y le apetece, viviendo, esencialmente de la ilustración y otros proyectos.
"Echo de menos ese gamberrismo, pero es un momento interesante. Hay que estar atento a los nuevos medios. Tal vez surja alguien que nos enseñe una nueva forma de hacer y leer cómics", confía Max.
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