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Crónica:ESPAÑA 92 - MACEDONIA 80 | BALONCESTO | Europeo de Lituania
Crónica
Texto informativo con interpretación

Supersónico Navarro

El capitán español tumba a Macedonia y da el pase a la final ante Francia y el billete para los Juegos

Robert Álvarez

El maravilloso pulso de dos equipos que se batieron a cara descubierta lo decidió Navarro, un implacable ejecutor que transmitió el efecto de batirse en otra dimensión. De una tacada, certificó el pase de España a la final y el billete para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. El acelerón del capitán español desequilibró un intercambio de golpes estremecedor, tan angustioso para España como esperanzador para Macedonia, una selección que dignifica el juego, que vendió cara su piel sin renunciar nunca al valiente ejercicio de discutirle de tú a tú a un gigante de este deporte, a un equipo con toneladas de talento y experiencia, que defiende el título y que suma seis finales en sus nueve últimas competiciones. Su rival mañana (20.00) será Francia, que venció a Rusia (79-71).

ESPAÑA, 92 - MACEDONIA, 80

España (26+18+27+21): Calderón (3), Navarro (35), Rudy (2), Pau Gasol (22) y Marc Gasol (11) -equipo inicial-, Ricky (5), Llull (3) e Ibaka (11).

Macedonia (18+27+17+18): Ilievski (15), McCalebb (25), V. Stojanovski (6), Antic (17) y Samarziski (12) -equipo inicial-, Sokolov, D. Stojanovski (3) y Chekovski (2).

Árbitros: Fabio Facchini (ITA), Srdan Dozai (CRO) y Spyridon Gontas (GRE). Sin eliminados.

Pabellón: Kauno Arena de Kaunas ante unos 10.000 espectadores.

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Ganó España, pero también el baloncesto, que se benefició de un partido refrescante, entretenido, equilibrado hasta que lo destrabó Navarro. A partir de entonces, España acertó por fin a mantener a distancia a la brava y persistente Macedonia. La selección de la pequeña exrepública yugoslava, relativamente nueva, sin nombres estelares a excepción de su nacionalizado Bo McCalebb, certificó su espléndida trayectoria tras dar cuenta de rivales con muchísimo más cartel, como Lituania. La epopeya la sustentó en aspectos tan simples como muchas veces solapados por maniobras tácticas y argucias especulativas: jugar con espíritu e inteligencia, en equipo.

Navarro, irresistible, demoledor, una bala en la carrera, un pícaro por su forma de entender el juego, un ejecutor implacable, encendió la caja de los truenos en el tercer cuarto. Sus 19 puntos en esos 10 minutos, dos más de los que anotó el equipo macedonio al completo, marcaron el punto de inflexión. España agradeció el estirón que propició su capitán porque le costó cerrar en defensa y en alguna fase quedó descolocada por el vibrante despliegue ofensivo de McCalebb y los suyos.

El juego fue muy abierto, con muchos espacios. Los macedonios optaron por combinar mucho y bien por fuera. En la primera parte tiraron casi tanto de tres como de dos y eso también propició algunas ventajas en el interior de la zona. España replicó con la misma receta, pero con un porcentaje de acierto muy inferior. Dominó el equipo español el rebote y acudió mucho más a la línea de tiros libres, pero aun así se fue al descanso por debajo en el marcador: 44-45. Y eso que Llull y Ricky Rubio irrumpieron con buenas noticias bajo el brazo: un par de triples muy especiales, el primero porque se produjo sobre la bocina del primer cuarto y el segundo porque rompió la nefasta racha del base catalán en los nueve partidos anteriores: 0 de 12.

Rudy se empleó a fondo en el marcaje a McCalebb, pero no estuvo acertado en el tiro. A Pau Gasol le costó entrar en calor, perjudicado por dos faltas personales muy temprano. Y el equipo no pudo correr demasiado porque no robó ni un solo balón en todo el primer tiempo. Los macedonios actuaron con un desparpajo admirable, con una vertiginosa circulación del balón y una precisión quirúrgica en los pases. Si no anotaba McCalebb, lo hacía Ilievski, y cuando no Antic. Los tiros no entraban porque sí; sus jugadas estaban perfectamente elaboradas.

Los macedonios demostraron su dureza psicológica, sobre todo cuando España, de la mano de Ibaka y Navarro, consiguió un parcial de 11-0 (28-18). Incluso sin McCalebb, gozando de un pequeño descanso, replicaron con un 10-0 que volvió a darles ventaja (31-32). Los dos equipos alternaron en algunas fases la defensa individual y la zona y Scariolo ordenó una presión en toda la cancha en el inicio del tercer cuarto.

Era el escenario idóneo para que Navarro se apropiara del foco, complementado por su amigo Pau Gasol. Uno acabó con 35 puntos; el otro con 22 puntos y 17 rebotes, y Marc Gasol no se quedó corto, con 11 puntos, 10 rebotes y cinco asistencias. Números brillantes para un equipo que cazó la final con la solvencia que le caracteriza; son ya seis en nueve años, las que firma la generación de oro del baloncesto español.

Navarro se hace hueco entre los defensores macedonios.
Navarro se hace hueco entre los defensores macedonios.JUANJO MARTÍN (EFE)

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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