Merkel y Sarkozy apremian a Grecia a cumplir de forma estricta los compromisos
Los dos líderes se proclaman convencidos de que el futuro del país heleno está en el euro - EE UU reclama a Europa más unidad de acción
De nuevo buenas palabras y proclamas retóricas. La esperada teleconferencia a tres bandas entre Berlín, París y Atenas no aportó nuevas ideas. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, proclamaron con la habitual solemnidad que "el futuro de Grecia está en la zona euro" tras su conversación telefónica con el primer ministro griego Yorgos Papandreu. Con estas palabras intentan desvanecer los insistentes presagios de inversores y analistas, que ven muy probable la suspensión de pagos de Grecia y su abandono de la moneda única. Merkel y Sarkozy no desaprovecharon la ocasión para exigir a Papandreu que cumpla de forma "estricta y efectiva" los compromisos de ajuste y reformas.
El objetivo de ayer era ganar tiempo frente a la presión de los mercados
Un malententido hizo creer que el FMI veía necesario un apoyo para España
El primer ministro socialista griego reiteró "la determinación absoluta de su Gobierno de adoptar todas medidas necesarias". París y Berlín recordaron que Grecia no tiene margen y que si no cumple con lo acordado no podrá recibir los 8.000 millones del sexto tramo del plan de rescate.
El agravamiento de la crisis griega ha situado la zona euro en el centro de preocupación de todas las grandes economías. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Tim Geithner, que mañana viajará a Polonia para reunirse con los ministros de Economía europeos, pidió ayer "unidad de acción" para afrontar la crisis. Mientras, los líderes europeos se limitan a multiplicar sus contactos y declaraciones grandilocuentes con el único objetivo de ganar tiempo para que Grecia active los ajustes y las reformas prometidas y los países europeos ratifiquen el refuerzo del fondo de rescate de la UE.
La inestabilidad financiera que padece la UE se vio alimentada ayer por un malentendido en las comunicaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). El representante italiano en el directorio del Fondo alertó de que España e Italia necesitarían ayudas internacionales por el contagio de la crisis griega. Sin embargo, el Fondo, sin rectificar al diplomático italiano, se limitó a repetir la declaración oficial de la directora ejecutiva Christine Lagarde, que no hacía referencia específica a país alguno.
En la UE ayer tocó teleconferencia. Merkel y Sarkozy insistieron en la necesidad de aplicar "más que nunca" los acuerdos adoptados en la cumbre europea del pasado julio. Europa refuerza así su estrategia de seguir profundizando en el ajuste duro, frente a los estímulos aplicados en Estados Unidos. Las diferencias sobre la salida de la crisis para evitar una segunda recesión serán sin duda uno de los caballos de batalla del encuentro de Geithner con los ministros europeos.
El comunicado conjunto emitido al final de la conversación deja patente la postura de los líderes de la eurozona: "La puesta en práctica de los compromisos del programa es indispensable para que la economía griega pueda recuperar la vía de un crecimiento duradero y equilibrado. El éxito del plan de ajuste aportará estabilidad a la zona euro". Cada vez más economistas opinan exactamente lo contrario: los sucesivos y duros ajustes en Atenas están profundizando la recesión, con caídas del PIB que en el segundo trimestre superaron el 7%.
Antes de la reunión, Papandreu mantuvo un encuentro preparatorio con el ministro de Finanzas helénico, Evangelos Venizelos, y otros miembros de su gabinete para definir su postura. El propósito del dirigente griego era "ofrecer un compromiso personal" de que Grecia avanzará en los planes de reforma.
El tono melodramático de las manifestaciones de los responsables políticos confirma los malos augurios de los mercados. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, admitió que una suspensión de pagos desordenada o una salida de Grecia del euro tendría "costes dramáticos" para el país, Europa y el mundo entero. Jacek Rostoswski, ministro de Finanzas de Polonia, que ostenta la presidencia de turno de la Unión, advirtió de que si el euro se fracturaba, "la Unión Europea no sería capaz de sobrevivir con todas las consecuencias que uno se puede imaginar".
Este clima quedó reflejado en un documento interno preparatorio de la reunión del Ecofin: "Mientras las tensiones en los mercados de deuda soberana se han intensificado y los riesgos de financiación de la banca han aumentado, el contagio se ha transmitido a través de los mercados y los países convirtiendo la crisis en sistémica".
En la víspera de su viaje a Polonia, el secretario del Tesoro de EE UU, Tim Geithner, expresó en público lo que espera de Europa: una acción decidida de sus líderes que permita "poner más fuerza en sus compromisos para asegurar que España e Italia pueden financiarse a un tipo de interés sostenido". Es decir, cree que se "debe hacer más" para resolver la crisis de la deuda soberana.
Geithner echó la vista atrás hacia el colapso del sistema financiero provocado por la quiebra del banco Lehman Brothers hace hoy justo tres años, para decir que al afrontar este tipo de crisis hay que ser "abierto, honesto y transparente". Ahora, como entonces, Geithner explicó que Europa va por detrás de los acontecimientos. Y la división política, añadió, alimenta las dudas.
Dicho esto, admitió que el reto que afrontan sus homólogos europeos es enorme, porque deben resolver "muchos problemas a la vez". Geithner dejó claro también que los grandes países están "totalmente comprometidos" con superar la crisis y saben que se necesita una respuesta más sólida. "Tienen la capacidad para hacerlo por sí solos", remachó.
Añadió que los europeos son más indulgentes que los estadounidenses cuando se trata de ayudar a su sector bancario, en concreto a sus grandes instituciones. Por eso se atrevió a decir públicamente antes de ir a Polonia que los grandes países "no quieren tener un Lehman". Otra cosa es si los mercados creen las palabras a micrófono abierto.
Con las heridas de la última crisis financiera aún abiertas, el mensaje de Estados Unidos coincide con el expresado desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) por su directora, Christine Lagarde. La exministra de Economía francesa espera que de la cumbre anual que se celebrará la semana próxima en Washington salga un compromiso colectivo para superar la crisis actual.
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