Mercados contra el euro
La falta de políticas claras en Alemania favorece el deterioro de las expectativas bancarias
Si hubiera que tomar al pie de la letra el veredicto de los mercados financieros, la eurozona estaría al borde de la primera suspensión de pagos de uno de sus Estados miembros. Grecia podría ser el primer fracaso tras la sucesión de torpezas políticas que se han cometido en la gestión de la crisis de la deuda pública que se inició hace poco más de un año. Entonces emergieron una serie de anomalías contables y el país mediterráneo empezó a tener dificultades para controlar el déficit público y atender sus deudas. Con independencia del muy cuestionable comportamiento de los Gobiernos griegos desde el acceso de ese país a la Unión Monetaria y de algunos de los pecados originales en la concepción del área monetaria, lo que esta crisis está demostrando es la incapacidad de los Gobiernos, en especial del alemán, para arbitrar una salida a la crisis.
Aunque con desigual grado de determinación y credibilidad, los ajustes y dictados de Berlín están siendo asumidos por los Gobiernos de las economías más afectadas por la crisis de la deuda soberana. Pero las instituciones alemanas no acaban de adoptar una posición clara sobre sus exigencias para apoyar mecanismos de mutualización de la deuda pública en el conjunto de la zona monetaria. No hay otra solución posible. Las compras de bonos por parte del BCE, siendo de todo punto necesarias, son circunstanciales. Es necesario que los inversores en bonos públicos asuman el equivalente a un único Tesoro europeo o, al reclamado por Trichet, Ministerio de Finanzas común. Es hoy difícil de cuestionar que la unificación monetaria tiene su complemento en una integración fiscal, con las exigencias de disciplina que sean necesarias.
Las tensiones en los mercados de estos días, que ayer se tradujeron en una nueva jornada negra para las Bolsas, no solo reflejan esa indecisión alemana, sino también la creciente evidencia de un menor crecimiento económico y la correspondiente erosión en los beneficios empresariales. Los mercados de acciones de toda Europa padecen momentos excepcionalmente adversos, en particular para las empresas de servicios financieros, bancos fundamentalmente. Sufren especialmente los más expuestos a Grecia, como los franceses, pero también el conjunto del sector. La asociación entre crisis de la deuda pública y el deterioro de las expectativas bancarias es suficientemente explícita desde hace meses. Los dos grandes bancos alemanes, por ejemplo, han perdido en el último año más del 50% de su valor, y los españoles, sin apenas deuda griega en sus balances, siguen cotizando muy por debajo de su valor contable, algo relativamente desconocido.
De persistir situaciones como las observadas ayer en los mercados a propósito de los bancos, lejos de ser parte de la solución a la crisis económica actual, estos podrían constituir un problema adicional. Nunca como ahora las habilidades políticas fueron tan inadecuadas a la magnitud de los problemas planteados y a las amenazas sobre el bienestar de los europeos.
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