_
_
_
_
_
Crónica:TENIS | Abierto de Estados Unidos
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cuatro cabezas prodigiosas

Djokovic, Nadal, Federer y Murray ejercen un dominio como nunca se vio

A un día del décimo aniversario de los atentados del 11-S, en Nueva York los controles de seguridad son exhaustivos. Se revisan las mochilas en el metro. Se para a las furgonetas en las calles. Se cortan carriles en los puentes. Llueve en la ciudad que nunca duerme, y se retrasa el inicio de las semifinales, que al cierre de esta edición enfrentaban al suizo Roger Federer contra el serbio Novak Djokovic y a Rafael Nadal con el británico Andy Murray. Los jugadores calientan, se enfrían y vuelven a calentar. Se concentran, relajan y vuelven a concentrar. Arrancan, paran, vuelven a arrancar. Todos esos líos deberían coronar a la cabeza más fuerte. Con 29 títulos grandes sobre la pista, en la antepenúltima ronda se enfrentan los cerebros más duros del circuito. Lo dicen los números. Los cuatro mejores no estaban en semifinales del Abierto de Estados Unidos desde 1992. Nunca los tres mejores estuvieron en tantas semifinales grandes al mismo tiempo (nueve). Son cuatro cabezas dignas de estudio.

Los cuatro mejores no estaban en semifinales del Abierto de Estados Unidos desde 1992
Más información
'Lockout' en el US Open

En la de Federer está el orgullo del león herido, campeón de presente con limitado futuro, inevitable el pasar de las hojas del calendario. En la de Djokovic se oculta la llama de la pasión y la inmodestia, que todo lo quema, incluidas las dudas. En la de Nadal habitan los miedos y las seguridades de un niño, tan humilde como curioso frente a las dificultades. En la de Murray es difícil adentrarse, porque un día pierde en su primer partido de Montreal, y a la semana siguiente gana el título en Cincinnati. Compitiendo en los grandes, todos viven de los resultados previos, que dejan a sus rivales temblando. Todos, también, cargan con una pesada mochila. Están las expectativas de la gente y los patrocinadores. Está, también, la constante presencia de los otros tres mejores, voraces caníbales, ni un día tranquilo en la oficina.

"Y sí", se lamenta Federer; "el año pasado, en las semifinales con Djokovic [perdió tras tener dos puntos de partido], la verdad es que empecé a pensar durante el encuentro en la perspectiva de enfrentarme a Rafa en la final, en salvar energía, en no perder mucha durante las semifinales. Esa fue una de las razones por las que no fui capaz de ser más duro en dos de los tres sets que perdí", cierra. "Y es cierto", le continúa el serbio, como si se hubieran puesto de acuerdo; "hemos construido unas rivalidades que traen emociones a nuestro deporte, pero también se espera de nosotros cuatro que lleguemos lejos siempre. Es un peso con el que cargamos. Se espera que ganemos. Eso es una presión extra. No siempre puedes estar a tu mejor nivel, ni jugar como quieres. La experiencia y el éxito nos dan una ventaja psicológica con respecto a nuestros rivales de las primeras rondas. Luego, cuando nos enfrentamos, es muy duro: un par de puntos deciden quién gana".

Ese es el discurso oficial. No todo, sin embargo, pueden ser lamentaciones ni vacuos razonamientos, como los de Murray, simplemente "contento" de formar parte del grupo. ¿Qué explica el éxito de los cuatro magníficos? ¿Cuál es su receta secreta?

"Este es un deporte muy competitivo", explica Nadal. "Hay otros tenistas que ganan torneos, pero en los grandes tenemos la ventaja de los cincos sets. Eso nos da tiempo para imponernos. Es una ventaja extra para nosotros", sigue. "La solidez que tenemos los cuatro de arriba fue muy difícil de ver en el pasado, porque es algo muy difícil de conseguir", razona el mallorquín, que anoche buscaba convertirse en el primer español que se clasifica para dos finales del Abierto de Estados Unidos. "Aquí, por ejemplo, he recuperado muchas cosas de las que en Montreal y Cincinnati no había hecho bien. Es una gran satisfacción ver que vuelvo a competir con orden, con esa pasión extra por conseguir cada punto. No he tenido un verano fácil. Vine en una situación complicada y me iré con una más favorable, reforzado y con ilusión".

Así pasan las cosas en Nueva York. Las llamadas a los teléfonos de emergencia avisan de fuegos en rascacielos, coches sospechosos y vecinos barbudos. La policía patrulla las calles mientras el tenis se viste de gala. En la pista, cuatro monstruos.

Federer devuelve la pelota durante su enfrentamiento en las semifinales con Djokovic.
Federer devuelve la pelota durante su enfrentamiento en las semifinales con Djokovic.STAN HONDA (AFP)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_