'Lockout' en el US Open
Llegamos a la recta final del último grand slam de la temporada, el más bullicioso de todos ellos, el US Open.
Ha sido uno de los más accidentados que se recuerdan, con paso de huracán incluido, múltiples abandonos por lesiones y jornadas interminables de lluvias y esperas.
Pero, sin duda, por lo que será recordado es por haber puesto de acuerdo a casi todos los jugadores en algo, cosa que sucede en contadísimas ocasiones en un deporte tan individual como el tenis. Ese algo ha sido la petición de los jugadores de tener mayores premios en los torneos del Grand Slam.
Me parece muy frívolo acusar a los jugadores de que, con los tiempos que corren actualmente, quieran sumar más dinero a las grandes cantidades que ganan. Para nada es ese el problema. Si preguntas a cualquier jugador, te dirá que está más que satisfecho con lo que ganan, más de lo que nunca habían soñado. Este problema viene pasando desde hace muchos años con los cuatro grandes torneos. Hace unos 10 años, cuando yo estaba en el circuito, se habló de hacer un plante en los grand slams, pero los jugadores locales se negaron. Los franceses querían jugar Roland Garros, los británicos Wimbledon y así sucesivamente. Obviamente, no se llegó a ningún acuerdo.
Los jugadores, mercancía en manos de la televisión y la organización
En el caso actual, el tema ha explotado por varias razones. La primera, por el calendario. Se achaca la enorme cantidad de abandonos y lesiones en esta edición a la dureza y duración tan larga del año tenístico, diría que el más largo comparándolo con cualquier otro deporte profesional. En este aspecto se está trabajando ya por parte de la ATP y a partir de 2012 se va a acortar un par de semanas.
También está la sensación por parte de los jugadores de que son tratados como mera mercancía en manos de la televisión y la organización. Se respeta porque la televisión pone mucho dinero, pero no se entiende que la primera ronda del torneo se juegue en tres días y que luego la semifinal y la final se jueguen en días consecutivos.
Pero la gota que colmó el vaso fue cuando el miércoles los jugadores fueron prácticamente obligados a salir a jugar mientras la pista estaba resbaladiza y el cielo chispeando. Ahí entran los intereses del torneo, que tiene una cláusula por la que, si hay una hora de tenis, ya no tiene la obligación de devolver a los espectadores el dinero de las entradas o reubicarles para otra sesión.
Entrando a comparar con cifras el tenis respecto a otros deportes profesionales, salta a la vista que la NBA, NHA, NFL, MLB y el golf, entre otros, reparten la mitad de sus ganancias entre los jugadores. En cambio, en el tenis, los torneos 250 ATP reparten, el que menos, un 50% de sus ganancias y varios de ellos incluso tienen pérdidas. Los grand slams, por su parte, reparten entre un 14% y un 20% de unas ganancias que a menudo superan los 100 millones de dólares, además del enorme impacto económico que generan en la ciudad.
Estamos ante una batalla delicada para el deportista, sobre todo por una cuestión de imagen, ya que es fácil que el público malinterprete, y también por el hecho antes comentado de los jugadores locales.
Es probable que todo siga igual. Los grand slams seguirán repartiendo ganancias como ellos quieran y los jugadores, aunque unidos la mayoría, pienso que se fracturarán a la hora de dar el siguiente paso.
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