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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Obama estimula

Las oportunas medidas propuestas para evitar la recesión dependen del apoyo de los republicanos

El nuevo programa de estímulo que el presidente de Estados Unidos anunció el jueves es oportuno y equilibrado. Serán 325.000 millones de euros los que se comprometan en el empeño de eludir los riesgos recesivos que pesan sobre la mayor economía del mundo y la difícil reducción de esos 14 millones de desempleados. Su viabilidad no depende tanto de aspectos técnicos como de que el partido republicano subordine sus pretensiones electoralistas al interés de los ciudadanos.

Las probabilidades de recesión en algunas economías avanzadas han aumentado de forma significativa en las últimas semanas. La estadounidense está, junto a algunas de la eurozona, entre ellas. También los principales bancos centrales han asumido un escenario de muy lento crecimiento. Lo hizo la semana pasada la Reserva Federal estadounidense y el jueves el Banco Central Europeo (BCE), poco antes de que la dimisión de su economista jefe, Jürgen Stark, añadiera mayor incertidumbre todavía al escenario de crisis, desencadenando además una nueva caída de las Bolsas.

En ese contexto se inscribe la razonable inquietud de la Administración americana por neutralizar esas amenazas y estimular la creación de empleo en su economía. La generación de incentivos fiscales al empleo, el aumento del seguro de desempleo y la modernización de infraestructuras y escuelas son los aspectos más destacados de la propuesta de Obama. En sus pretensiones está también la corrección del desequilibrio en las finanzas públicas: los aumentos de gasto deberán ser compensados con reducciones en otras partidas y, en todo caso, con mayor presión fiscal sobre las rentas más altas. En esa economía, como ya demostraran algunas de las personalidades con mayores fortunas, las cargas fiscales, especialmente las que gravitan sobre la renta, no están justamente distribuidas. Es razonable que esas fortunas asuman algo más de los costes de la crisis.

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Con todo, la viabilidad de esas iniciativas dependerá de la actitud del Congreso de mayoría republicana. Y su utilidad, en caso de ser aprobadas, de que las demás economías avanzadas del mundo, las que este fin de semana se sientan en el G-7, coordinen también decisiones de estímulo a corto plazo. Menos probable es que adopten propuestas fiscales como las estadounidenses, pero es más factible que sean los bancos centrales los que compensen ese menor margen de maniobra que hoy tienen los Gobiernos.

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