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Columna
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El 1 de septiembre también es 15-M

"No sos mío / no estás / en mi vida / a mi lado / no comés en mi mesa / no vivís para mí. / Somos ajenos / tú / y yo misma / y mi casa. / Sos un extraño / un huésped / que no busca / no quiere / más que una cama / a veces. / Qué puedo hacer / cedértela / pero yo vivo sola". Ese poema en forma de cicatriz se lo escribió Idea Vilariño a Juan Carlos Onetti cuando los dos maestros uruguayos eran amantes, o sea, lo contrario a una pareja, a "dos personas para las que el tiempo / corre / como el mar / contra una sola proa", como sentenció Neruda, pero no me digan que ahora mismo no podría dedicárselo el PP al PSOE, y viceversa, para explicar que lo suyo no es amor sino solo cama: hacemos juntos, con frialdad profesional, por la espalda y a plena luz del día, esta reforma de la Constitución que nos han exigido los que pagan, y luego cada uno se marcha por su lado y vuelve a izar su bandera. Así son los sicarios, disparan y se van sin sentir más remordimiento del que cabe en sus balas.

El límite del gasto público se va a conseguir a base de cerrarle los grifos a la sanidad y la educación

"Aunque no creo", me dice Juan Urbano mientras el avión de Iberia al que nos hemos subido en la playa aterriza en Madrid, donde los dos nos tememos que de aquí a un año todas las escaleras van a ir hacia arriba, "que a nadie le sorprenda que hagan con la Constitución lo mismo que con la policía: usarla contra los ciudadanos. "Hoy solo haremos tres cosas: deshacer las maletas, ir a trabajar y, a las siete, convertir en 15-M el 1 de septiembre y caminar desde la calle de Atocha hasta el Congreso detrás de una pancarta que diga: 'No a esta reforma de la Constitución. Abajo el orden de los mercados y del capital". A ellos les va a dar igual, porque no se puede cumplir órdenes y tener conciencia al mismo tiempo, y lo que ellos hacen en los despachos lo repiten los antidisturbios en la Puerta del Sol. Si no los puedes engañar, disuélvelos. Lo contrario de los argumentos son los gases lacrimógenos.

Los indignados exigiremos la convocatoria de un referéndum sobre la reforma del artículo 135 de la Constitución, que PSOE y PP hacen con el único objetivo de recortar nuestros derechos, porque el límite del gasto público se va a conseguir a base de cerrarle los grifos a la sanidad, la educación y las prestaciones por desempleo, y ellos harán todo lo posible para que se produzca algún disturbio que les permita presentar a los manifestantes como alborotadores y las calles de Madrid como un frente de guerra. Después, acabarán su trabajo, brindarán con champán y, mientras se ponen otra vez el disfraz de enemigo de sus aliados, volverán a odiarse.

Si alguno ha oído hablar de Idea Vilariño, tal vez abra otra vez sus Poemas de amor y diga: "Ya no será / ya no / no viviremos juntos / no criaré a tu hijo / no coseré tu ropa / no te tendré de noche / no te besaré al irme / nunca sabrás quién fui / por qué me amaron otros. / No llegaré a saber / por qué ni cómo nunca / ni si era de verdad / lo que dijiste que era / ni quién fuiste / ni qué fui para ti / ni cómo hubiera sido / vivir juntos / querernos / esperarnos / estar. / Yo no soy más que yo / para siempre y tú / ya / no serás para mí / más que tú. / Ya no estás / en un día futuro. / No sabré dónde vives / con quién / ni si te acuerdas. / No me abrazarás nunca / como esa noche / nunca. / No volveré a tocarte. / No te veré morir". Aunque, como es lógico, desearán que el último verso no sea verdad, políticamente hablando, por supuesto. A algunos le pones una gorra de portero y ya son Gadafi.

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