Río a la redención del rock
La vía alternativa de Okkervil River aterriza en Madrid
La entrada a I am very far, el nuevo trabajo de Okkervil River, está custodiada por los dos perros guardianes de la portada del disco y una métrica impenetrable. "No me interesan las canciones obvias y halagadoras de nuestros discos anteriores. Quería que fueran duras y opacas para evitar que la gente las comprendiera", explica Will Sheff, cantante y líder de la banda, representante de la última oleada rock que se fraguó en los noventa en Estados Unidos.
Para enmascarar sus letras, Sheff se encerró en casa de sus abuelos y se dio a la escritura compulsiva y automática hasta reunir 11 temas. "Escapé de mi rutina habitual a un lugar que albergaba mis recuerdos de la infancia". Venía de grabar True love cast out no evil para Roky Erickson y colaborar con artistas como Norah Jones. Y el cantante se encontró en el rincón donde experimentó por primera vez "la dimensión inabarcable e inexplicable" del mundo.
"No es este un disco sobre la niñez", adelanta antes de que alguien crea que ha dado con la salida al laberinto. "Es el principio de mi carrera", reconoce después de más de 10 años en la música. Okkervil River cambió New Hampshire por Austin, en Texas, donde se coció en festivales como el South by Southwest. Una banda que con su primer disco, Black sheep boy, grabado en un garaje, vendió más de 10.000 copias y se coló en el mercado discográfico que buscaba alternativas.
Entrado el siglo XXI, renacen cargando de sangre y muerte las letras, con un sonido que recuerda a los setenta del rey Bowie. El quinteto da un paso más en su camino de redención y junta, en algunas de sus canciones, dos baterías, dos pianos y hasta siete guitarras. "Este tipo de experimentos me permiten sobrepasar ciertos límites", relata Sheff con la parsimonia de la que, sin embargo, reniega por los recuerdos que le trae de sus anteriores trabajos.
"Solo si me ataran a una silla, volvería a escuchar mis otros disco", afirma. "Creo que hay que faltarle el respeto a todo lo anterior para no caer en un egocentrismo complaciente que o te hace vulnerable o te ciega ante la realidad". Un segundo después de la sentencia, el cantante reniega de su transmutación mesiánica aunque hasta en sus canciones vaya en busca de mitos como si de los pasajes de una nueva biblia del rock se tratara.
"Como escritor, esa idea del arte de declaraciones me aburre, porque puede caer en lo propagandístico", se justifica. "Para eso ya esta Lady Gaga y su teorización sobre la cultura homosexual".
Los valientes pueden descifrar I am very far esta noche en el Circo Price, donde actúan con The Drums, en el ciclo de Heineken Music Selector. Si no, tendrán otra oportunidad en noviembre, repiten en el Puerto de Santamaría y en Valencia.
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