Las quiméricas previsiones de la auditoría que avaló la fusión
El informe pagado por Facenda que avaló la unión de las cajas estimaba unos beneficios en un lustro de 2.771 millones - NCG obtuvo hasta ahora 146
Paul Samuelson, premio Nobel de Economía fallecido hace dos años, decía que a la hora de hacer previsiones lo más recomendable es dar una fecha o una cifra, nunca las dos cosas, porque uno corre un enorme riesgo de equivocarse. El informe que avaló la fusión de las cajas gallegas encargado por la Consellería de Facenda a la prestigiosa consultora KPMG ofreció datos y puso plazos, pero puede errar enormemente el tiro.
El diagnóstico se presentó en sociedad el 20 de enero del año pasado, cuando era pública y notoria la oposición de Caixanova a la solvencia del proyecto. La consultora -que, según publicaron varios medios y nunca desmintió la Xunta, cobró cerca de un millón de euros por la auditoría- se puso a trabajar a principios de diciembre desplegando en Caixa Galicia y Caixanova a un equipo formado por 28 personas: tres socios directores expertos en el sector financiero, seis directivos y 19 consultores. Contaban además con el asesoramiento adicional de la firma en las áreas fiscal y laboral en Madrid.
Según Facenda, el informe preveía un aumento paulatino de los beneficios
El chequeo a las dos entidades se completó en apenas un mes
El chequeo a fondo apenas duró un mes. El tiempo para acceder a los fondos públicos habilitados por el Gobierno un año antes se agotaba, y con él la posibilidad de alumbrar una única caja gallega. El 20 de enero, rodeada de periodistas y cámaras, la conselleira de Facenda, Marta Fernández Currás, comparecía en la sala de prensa donde el presidente gallego suele dar cuenta de los asuntos importantes. Un power point con 37 diapositivas fue toda la documentación que aportó la Xunta sobre el resultado. El documento completo de KPMG, o al menos un análisis un poco más detallado, se escamoteó a los medios porque había que salvaguardar "los datos confidenciales de las cajas".
Pero los titulares estaban ahí. Además de ser "solvente y viable", la unión gallega de cajas iba a generar un beneficio bruto de 2.671 millones entre 2010 y 2015. Gracias a ello Hacienda podría recaudar 655 millones como impuesto de sociedades (siempre a lo largo de esos cinco años), y otros 300 sufragarían la obra social. La quinta caja del país estaría en disposición de devolver al Banco de España el préstamo público de 1.162 millones con los intereses correspondientes en ese plazo. En 2013 se habrían amortizado todos los sobrecostes, cifrados en 485 millones.
Faltan tres años y medio para saber si el caro y urgente estudio acertó o si ni siquiera se aproximó. Los datos que ha ofrecido Novacaixagalicia (NCG) hasta el momento son los siguientes: el beneficio bruto agregado en 2010 fue de 98,7 millones. Entre enero y junio de 2011, ganó otros 48,1 millones antes de impuestos. En suma, 146,8 millones de euros en año y medio. Por lo tanto, en los próximos 40 meses debería anunciar unas ganancias de 2.524,2 millones para cumplir con los cálculos.
¿Fueron unas estimaciones demasiado optimistas? "En primer lugar, hay que tener en cuenta la evolución económica general", explica un portavoz de la Consellería de Facenda. Según la Xunta, las previsiones macroeconómicas para 2010 y 2011 erraron "para peor". La crudeza de la crisis, en especial por la evolución de la prima de riesgo, "hizo que los costes financieros se incrementaran mucho más de lo esperado y provocaran tensiones que llevaron a la guerra del pasivo", continúa Facenda. Esa batalla por captar depósitos ha bajado los márgenes de ganancias de toda la banca. Pero en lo que más insiste el departamento dirigido por Fernández Currás es en que las previsiones de la consultora "no eran lineales, sino crecientes", y que "los picos de rentabilidad se alcanzarían en los ejercicios finales". Por lo tanto, dice la Xunta, "no se puede tomar el beneficio semestral y extrapolarlo, sería un error metodológico grave".
Ahora mismo la caja está asumiendo los costes de los despidos, del cierre de oficinas, los cambios en la informática y la fusión de los servicios centrales. Pasa por el momento más difícil del proceso. Pero, considerando lo anterior, la Xunta insiste: "Los datos globales del periodo no tienen unas grandes diferencias sobre lo planificado".
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