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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bonanza amenazada

El superávit en la balanza de pagos española peligra por la caída de la demanda exterior

Las empresas españolas tratan de hacer de la necesidad virtud aumentando sus esfuerzos para exportar cuando la demanda nacional se contrae. Lo poco que está creciendo la economía española es gracias a la contribución del sector exterior. Las importaciones se contienen y las exportaciones de bienes y servicios crecen de forma muy destacada, aprovechando la pulsación de la demanda en algunas economías avanzadas y emergentes. El hecho de que nuestros principales socios comerciales, a la sazón las principales economías de la eurozona, Alemania y Francia, hayan crecido más y durante más tiempo que la nuestra, ayuda a explicar los muy buenos registros de la balanza de pagos en la primera mitad del año.

El déficit de la balanza comercial en junio volvió a registrar un saldo inusualmente reducido. La tasa de cobertura de las exportaciones sobre el total de las importaciones se situó en el 82%, casi tres puntos por encima del ya buen registro al término de la primera mitad del año pasado. En este primer semestre del año España tuvo por primera vez un superávit comercial frente al conjunto de la Unión Europea. Cuando a ese comportamiento inequívocamente favorable de la balanza de mercancías le incorporemos los datos sobre ingresos netos de servicios, turismo fundamentalmente, observaremos un saldo en la cuenta corriente de la balanza de pagos históricamente reducido, probablemente en el entorno del 3,5% del PIB. Su significación es tanto mayor en cuanto que al inicio de la crisis, en el verano de 2007, ese desequilibrio alcanzó el 10% del PIB.

La continuidad de esa bonanza exterior no está garantizada. En primer lugar, porque la demanda global ya se ha ralentizado de forma significativa desde el segundo trimestre del año. Esa desaceleración está siendo más explícita en Alemania y Francia. El conjunto de la eurozona seguirá siendo tributaria de unas políticas económicas que contraen el crecimiento en aras de fortalecer la disciplina fiscal. El esfuerzo en márgenes que están haciendo algunas empresas españolas para ganar mercados exteriores puede a partir de ahora estar peor compensado. Salvo en aquellas empresas cuya competitividad internacional dependa mucho menos del precio que de otras ventajas competitivas. Pero, lamentablemente, estas son todavía una minoría en el censo empresarial español.

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