Helados para derretir el verano
Se acerca septiembre, el mes dulce de Santander. Las heladerías Regma atraen a los paseantes, una goleta surca la bahía hasta llegar a mar abierto y una ración de rabas espera en el bar Gelín
Son las nueve de la mañana en el paseo de Pereda, frente al mar. Temperatura: 17 grados. Clima perfecto para aquellos que abandonan otras regiones donde el calor es sofocante. Ataviados con un paraguas y un bañador, ambos objetos igual de imprescindibles en el verano santanderino (que tiene en septiembre su momento más equilibrado, según una opinión muy extendida), el visitante hambriento se dirige por esta alameda a su primera parada, la cafetería Áliva (calle de Daoíz y Velarde), situada en pleno centro tras el arco triunfal del Banco Santander (1). Disfrutemos del mejor chocolate con churros de la ciudad. Y con el estómago lleno, comienza la jornada.
10.00 La ciudad reconstruida
La ruta empieza en la plaza Porticada, rincón que surgió tras el incendio que asoló la capital cántabra en 1941 y que devastó 10.000 hogares. A la derecha, con un simple movimiento de cabeza, se eleva ante el viajero el antiguo edificio del Banco de España, y tras él, como escondida, se muestra tímida la catedral de Santander (2) (plaza del Obispo José Eguino y Trecu; 942 22 60 24), una construcción austera que parece una fortaleza. Otra opción, para los que buscan algo diferente, es acudir a los viejos muelles situados entre la plaza Porticada y la estación del ferry. El Centro de Interpretación (942 20 30 00) protege los lienzos de los muelles recuperados, que datan de los siglos XVI al XIX y que se presentan ahora en un ámbito escenográfico de efectos visuales, sonoros y olfativos.
11.30 De compras
De vuelta a la plaza Porticada, y atravesando los grandes arcos que la adornan, nos dirigimos al Ayuntamiento navegando entre callejuelas peatonales con una gran oferta comercial. La visita al Museo de Arte de Santander - C, a unos 300 metros del consistorio, es más que recomendable. La estrella de la pinacoteca es el retrato de Fernando VII de Francisco de Goya. Los más ociosos, a esta hora, no duden en dirigirse a la calle de Vargas para recuperar fuerzas. El bar Gelín (4), situado en el número 29, es el sitio perfecto para descansar y saborear unas rabas (ración, seis euros), uno de los mayores placeres gastronómicos de los santanderinos, con un vino blanco fresquito.
13.00 El sonido de las palas
Del centro, a la playa del Sardinero (5). Temperatura: 26 grados. El desplazamiento se puede hacer andando, desde el paseo de Pereda, pasando por el paseo de Castelar, la avenida de la Reina Victoria y la península de la Magdalena (6). La ciudad cuenta con una amplia red de autobuses con una tarifa más que económica: 60 céntimos por trayecto con abono. Además, dispone de un servicio de préstamo de bicicletas, el Tusbic. Tras la playa del Camello, adherida a la península de la Magdalena, comienza la playa del Sardinero. Dividida en dos partes por los Jardines de Piquío (7), saluda al visitante con música, chiringuitos y diversas actividades. Casi paralelo al Sardinero I se vislumbra el casino, edificio que recuerda a ciudades como Biarritz o Brighton. Sensaciones de antaño. Y como sonido de fondo, el toc-toc característico de las palas cántabras. Ya está en la arena. Este deporte, originado en la costa santanderina, convierte a sus adeptos en los protagonistas de la playa. El viajero que busque sombra puede alquilar un toldo por 12 euros al día y los surferos atrevidos cabalgan las olas.
15.00 Bonito y 'gin-tonics'
A unos 100 metros de El Sardinero I, el restaurante Santemar ofrece una degustación de los platos típicos de la zona. Desde ensaladas que incluyen conservas de ventresca y anchoa hasta segundos platos de pescado, como el bacalao rebozado o el bonito de Santoña con tomate (unos 20 euros el menú). En su chiringuito, el Joaquín Costa, se pueden disfrutar gin-tonics muy bien combinados. No son baratos, pero la preparación lo merece. Otra opción, más asequible, es el bar La Cañía, situado justo enfrente del Santemar. El local ofrece raciones abundantes a precios que no superan los 10 euros.
Tras la sobremesa, nada mejor que un paseo. Destino, el parque de Mataleñas (8),con praderas verdes para tumbarse, barrancos vertiginosos y una cala encantadora. Andamos por un sendero costero que bordea el Cabo Menor y llega hasta el faro de Cabo Mayor (en la antigua vivienda del farero se ha habilitado un centro de arte).
De aquí, vuelta al centro. Temperatura: 27 grados. Recomendamos subir en la goleta Cantabria Infinita (10 euros). El recorrido comienza en el Muelle de Maura, a cien metros del paseo de Pereda. Una vez arranca el poderoso barco, de 30 metros de eslora, el viajero percibe la diferencia entre las aguas calmadas de la bahía y las de mar abierto, una vez pasada la península de la Magdalena. Un crucero totalmente recomendable para niños y no tan niños.
19.00 Atardecer en la bahía
Observe a los transeúntes comiendo un helado de gran tamaño. Se trata de un dulce fabricado por Regma, con locales por todo Santander. Dos euros por un cono y una ración más que generosa. Los más vendidos, los de nata y mantecado. Son los últimos días del Festival Internacional de Santander (www.festivalsantander.com), hasta el 26 de agosto. Tiene su sede en el Palacio de Festivales (9). La construcción es una obra crepuscular del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza (el autor del genial edificio Torres Blancas de Madrid). En los días que quedan, consiga entradas para el teatro en la obra de Shakespeare La violación de Lucrecia, con la aclamada interpretación de Núria Espert, o escuche la música de Haydn en La creación, con coreografía de Uwe Scholz.
23.00 De picoteo
Para pasar un rato agradable, una buena opción es el bar Doménico Café Teatro (calle del Alcázar de Toledo, 1, www.domenicocafe.com, cerca del Ayuntamiento). Monólogos cómicos, conciertos acústicos y striptease gratuitos para ellos y ellas. Un lugar divertido. Dos de los centros neurálgicos de la noche santanderina son la plaza del Cañadío - J, donde en el restaurante La Conveniente (calle de Gómez Oreña, 9; 942 21 28 87) se puede disfrutar de buena comida tradicional, y la calle del Río de la Pila (11), que ha renacido. Para picar algo rápido, El Cantábrico, y luego, para tomar una copa, las terrazas de la plaza de Cañadío, por ejemplo las de El Ventilador y el Canela. Temperatura: 19 grados.
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