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MARIJAIA Y CÍA | Días de diversión
Columna
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La función va a empezar

Desde mi punto de vista, lo más interesante de nuestra Aste Nagusia es que destapa una parte de los bilbaínos que intentamos ocultar el resto del año: nuestra profundísima vocación surrealista.

Las fiestas de Bilbao tienen algo entre mágico e inexplicable. La propia anfitriona, Marijaia, es un ser extrañísimo, mezcla de gigantona cabezuda, de personaje de cómic moderno y de bruja de la antigüedad. ¿Y qué demonios hace con los brazos perpetuamente en alto? ¿Baila, clama al cielo, grita a alguien? ¿Por qué está siempre en esa postura tan incomodísima? Un misterio.

Pero si Marijaia es rarita, ¿qué me dicen de la ballena Baly y su extraordinaria familia? Vas por la calle y oyes una conversación entre un niño y un padre. "¿Qué es eso, aita?", dice el niño señalando al cielo. "Esa, hijo mío, es la ballena Baly, que vuela sobre Bilbao con su marido el pulpo y sus dos hijos: besugo y txangurro" Y el niño dice: "¡Ah, claro!", como si encontrara normal esa respuesta. Pero piensa "¿qué le pasa a mi padre? ¿No rige? ¿En qué pesadilla de LSD vive? ¿Cayó de pequeño en una marmita de alucinógenos y no se ha repuesto aún? ¿De mayor estaré tan pirado como él, o conseguiré cierta lucidez a base de años y años de terapia?"

Las fiestas de Bilbao tienen algo entre mágico e inexplicable
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152 horas de Aste Nagusia

Los bilbaínos somos más surrealistas que André Breton, lo que explica por ejemplo, que nuestra Semana Grande tenga nueve días. Y que a principios de agosto todos huyamos de la ciudad como si la asolara la peste, pero regresemos en masa y enloquecidos en cuanto se acercan las fiestas. Y que el público bilbaíno que va a los toros tenga más interés en ver cómo viste el respetable, que en saber qué hacen toro y torero en la arena. Y que año tras año nos dejen en la estacada los grupos musicales que contratamos.

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Este año, por ejemplo, nos ha hecho el feo el grupo Simple Plan, cuyo plan, simplísimo por cierto, ha sido cancelar su visita para darnos el tradicional corte de mangas de cada verano.

Así que átense los cinturones y prepárense para disfrutar, porque estos días saldrá nuestro lado más loco, el que el resto del año logramos disimular. ¡Que no nos pase nada!

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