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EL PAÍS abre una oficina en Dubái tras la expulsión de la corresponsal en Teherán

El Gobierno iraní se negó a renovar la acreditación de Ángeles Espinosa

EL PAÍS ha decidido trasladarse a Dubái después de que las autoridades de Irán rechazaran renovar la acreditación de Ángeles Espinosa, su corresponsal en Teherán desde finales de 2005. La Oficina de Prensa Extranjera iraní no ha explicado a este diario los motivos de su decisión. La medida tiene su origen en la expulsión de Espinosa el pasado octubre, a raíz de una entrevista con el hijo de un gran ayatolá disidente y su cobertura del caso Ashtianí. La intervención del entonces ministro de Exteriores español Miguel Ángel Moratinos ante su homólogo iraní logró que fuera readmitida, pero el nuevo permiso tenía fecha de caducidad.

La extensión de seis meses vencía el pasado 2 de mayo. Espinosa, que desde mediados de abril se encontraba en Yemen, contactó con la Oficina de Prensa para avisar de su situación y preguntar qué pasos debía seguir para renovar tanto su tarjeta de periodista como su permiso de residencia. Tras enviar los faxes requeridos, fue informada a través de su traductor de que necesitaba un nuevo visado para regresar a Irán.

Las autoridades iraníes tardaron casi dos meses en emitirlo y, a pesar de las reiteradas llamadas a los responsables, nadie le dijo que no iban a renovarle la acreditación. Así que cuando, a primeros de julio, le dieron un visado de seis días, viajó a Teherán convencida de que iba a arreglar sus papeles. Solo al acudir a la Oficina de Prensa descubrió que no era así y que le quedaban cuatro días para organizar su mudanza.

"A punto de irme, me recibió el director de Prensa Extranjera y lo único que me dijo fue: 'Lleva usted demasiado tiempo aquí", explica Espinosa desde Dubái, donde ha abierto la nueva oficina de EL PAÍS.

La corresponsal, su traductor y una fotógrafa fueron detenidos el 7 de julio de 2010 al salir de casa del hijo del gran ayatolá Montazerí, en Qom. Montazerí, fallecido en diciembre de 2009, que había criticado la represión tras las elecciones de ese año. Su hijo Ahmad intentaba mantener vivo su legado y acababa de denunciar el acoso del régimen. Agentes del Ershad, el Ministerio de Orientación Islámica, obligaron a la fotógrafa a borrar las imágenes de la cámara, inspeccionaron los móviles y se quedaron con las notas de la periodista. Además, retuvieron las acreditaciones de los tres. Con posterioridad, también inquirieron por las entrevistas a los abogados de Sakineh Ashtianí, la mujer condenada a morir lapidada.

Dos meses después, cuando Espinosa trató de obtener un visado de salida (obligatorio para todos los residentes en Irán), le devolvieron el pasaporte con su permiso de residencia cancelado y le dieron dos semanas para abandonar el país.

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