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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Imagen de Somalia

La hambruna y la descomposición política exigen una acción rápida de la comunidad internacional

Somalia se encuentra en una situación límite por el efecto combinado de la peor sequía que ha padecido la región en el último medio siglo y la descomposición política del país, acentuada tras el fin de la Operación Devolver la Esperanza en 1993. Fue una imagen de África como escenario de crisis humanitarias, nunca políticas, lo que terminó de manera abrupta en aquella fecha. Solo que aquella mirada ingenua, fruto del final de la guerra fría, no fue sustituida por ninguna otra, de manera que Somalia desapareció de la agenda política internacional y los somalíes fueron abandonados a su suerte. El trabajo de las ONG y de las agencias especializadas de Naciones Unidas se ha visto desbordado por la actual hambruna y la devastación acumulada por décadas de guerra.

Las dimensiones alcanzadas por la tragedia han colocado a la comunidad internacional ante la difícil tarea de cómo abordar la urgente ayuda humanitaria que necesita el país con una situación política convertida en su principal obstáculo. La guerra abierta entre la milicia extremista de Al Shabab, próxima a Al Qaeda, y el Gobierno de Mogadiscio es solo una parte del problema; la otra parte es la corrupción del Gobierno, que dificulta la distribución de la ayuda incluso en las áreas bajo su control. La reciente retirada de Al Shabab de la capital no se ha traducido en una mejora sustancial de las condiciones en las que trabajan las organizaciones humanitarias. Al margen de que el repliegue de la milicia podría obedecer a un cambio de estrategia. En lugar de controlar militarmente el territorio, Al Shabab parece inclinarse ahora por impedir mediante acciones terroristas que el Gobierno lo haga.

Al Shabab atraviesa un momento de debilidad que la comunidad internacional debería aprovechar para mejorar la suerte atroz de los somalíes. La muerte de uno de sus dirigentes, Fazul, ha abierto una pugna interna por el liderazgo, al tiempo que la hambruna en las zonas bajo su control está impidiendo la aplicación de su tiránico programa. La ayuda humanitaria es urgente porque centenares de miles de somalíes pueden perecer por hambre; tan urgente como recomponer la situación política. El reforzamiento de AMISOM, la misión de la Unión Africana, es una de las pocas alternativas capaces de tener efecto a corto plazo, aunque una solución más estable requiera una implicación internacional más amplia.

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