Reino Unido endurece el poder represivo
El Gobierno refuerza la seguridad y la justicia para dar un castigo ejemplar a los vándalos - La policía realiza redadas masivas y divulga las fotos de los violentos
Gobierno y oposición se mostraron ayer inequívocamente unidos en la batalla contra la revuelta que ha vivido Inglaterra y parecen percibir ya los aromas de la victoria. El primer ministro, el conservador David Cameron, y el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, montaron un frente común contra los saqueadores que han puesto patas arriba docenas de calles mayores de Londres y otras ciudades de Inglaterra. Ayer, en los Comunes, sonaron las cornetas del contraataque, de la respuesta del Estado, del "fight back", en palabras del primer ministro. Una expresión abierta a numerosas traducciones, entre las que no se excluye la de "tomar represalias".
La clase política y la policía, en la picota durante los primeros días de caos y miedo, han pasado al ataque. Los políticos, anunciando mano dura en el Parlamento. "A la minoría de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, hoy les digo: Os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar. Vais a pagar por todo lo que habéis hecho", proclamó Cameron.
El Ejecutivo y la oposición se han unido en la batalla contra la revuelta
La policía ha redoblado la búsqueda de saqueadores analizando y divulgando las imágenes de miles de cámaras de seguridad y pidiendo la colaboración del público para identificar a los vándalos. Una madre ha denunciado a su propia hija al reconocerla mientras golpeaba un coche de la policía con un ladrillo durante los disturbios en el barrio de Enfield en la noche del domingo. Se trata de una joven de 18 años que había sido nombrada "embajadora olímpica" de Londres 2012.
En las últimas horas se han disparado las detenciones, que son ya más de 1.500. Algunos han sido capturados después de redadas espectaculares como la llevada a cabo en un complejo de viviendas sociales en el elegante barrio de Pimplico. Hasta allí han seguido el rastro de la banda que el lunes de madrugada asaltó una boutique de la marca de lujo Hugo Boss en Chelsea.
Y también el sistema judicial pone su granito acelerando los procesos de los acusados que la policía envía a los tribunales. Entre ellos figura una niña de 11 años de Nottingham, aunque aún no ha cumplido la edad penal. La menor, que no puede ser identificada por razones legales, se ha negado a pedir disculpas por haber participado en los disturbios. Estaba en un McDonald's cuando oyó noticias del pillaje y se sumó con entusiasmo a los saqueadores. En Manchester, un niño de 12 años se ha declarado culpable de robo.
En los Comunes, Gobierno y oposición han mostrado un frente unido. "Le estoy agradecido al líder de la oposición por el papel constructivo que ha desarrollado en los últimos días", le ha dicho Cameron a Miliband nada más empezar el debate. "Podemos estar en desacuerdo semana a semana y mes a mes, pero hoy estamos unidos, condenando la violencia y el vandalismo que hemos visto en nuestras calles", le respondió el líder de la oposición.
El primer ministro puso a disposición de la policía algunas herramientas nuevas. Unas más en el terreno del debate que en el de la realidad, como estudiar si sería conveniente impedir que la gente se comunique a través de redes sociales "cuando sabemos que están conspirando para cometer actos violentos, desórdenes y criminalidad". Otras no hacen más que ampliar poderes que ahora están restringidos, como la capacidad de prohibir el uso de máscaras, capuchas o gorras que oculten el rostro. El Gobierno quiere que se pueda aplicar si la policía lo cree necesario para impedir que se cometan delitos.
Cameron anunció también una serie de ayudas para los afectados por los disturbios y se alargará de 14 días a 42 el plazo para que las compañías y particulares sin seguro puedan reclamar los daños a la policía, como señala una ley del siglo XIX con el argumento de que si la policía no es capaz de garantizar el orden público, ha de correr con los gastos que genere esa incapacidad.
Los laboristas apoyan estas medidas. Solo ha habido una discrepancia sonora, y llamada a reaparecer con fuerza a la vuelta del verano: Miliband le ha pedido a Cameron que renuncie al recorte de fondos a la policía previsto en el plan de ajuste del gasto público. Pero el primer ministro ha insistido en que esos planes se pueden llevar a cabo sin reducir el número de policías que patrullan las calles, porque hay al menos 7.000 que están haciendo tareas de oficina que no son necesarias.
Otro punto de posible fricción en el futuro han sido las críticas del primer ministro al despliegue policial en los primeros momentos. "Quedó cada vez más claro a principios de semana que había demasiado pocos policías desplegados en nuestras calles. Y las tácticas que utilizaban no daban resultado", dijo Cameron en los Comunes. "Los jefes de policía han sido francos conmigo acerca de lo que pasó. Inicialmente la policía trató la situación como si fuera una cuestión de orden público, cuando en realidad era esencialmente un asunto criminal".
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