Revoltijo pop junto a la playa
La Orquesta Poligonera reúne en O Grove a Iván Ferreiro, Coque Malla y Lori Meyers
Ya va para varios años que el Náutico de San Vicente, en O Grove, acoge en verano a veteranos del pop español, en una especie de minivacaciones entre colegas. Iván Ferreiro, Coque Malla, o en su día Antonio Vega, acuden al bar a pie de mar que regenta Miguel de la Cierva, se pasan la jornada en la playa de A Barrosa y al caer el sol tocan por el placer de tocar ante un público entregado. Tanta es la familiaridad que a Iván Ferreiro le pareció el escenario perfecto para volver a reunir el miércoles al supergrupo que en marzo actuó en Madrid, con motivo de un festival solidario. En la alineación, el propio Ferreiro y su hermano Amaro se unieron a Coque Malla, Lori Meyers, el dúo Ellos, Nicolás Pastoriza y Annie B. Sweet en un formación que han dado en llamar La Orquesta Poligonera.
Versionaron desde 'La estatua del jardín botánico' hasta 'Here comes the sun'
Coque Malla tuvo que pararse porque no recordaba una letra de Los Ronaldos
A la 1.30, con media hora de retraso, saltaron al escenario los hermanos Ferreiro, ojos entornados y avisando el ex Piratas de que el experimento requería comprensión del público."Hemos ensayado muchísimo", bromeó, antes de arrancar la velada con el himno del Rápido de Bouzas. La orquesta había anunciado versiones y jarana y tras el cántico futbolístico y el Miña terra galega de Siniestro Total subió a la tarima Annie B. Sweet, benjamina del grupo, para entonar una versión de Train song de Vashti Bunyan.
El esquema estaba claro. Cada integrante de la orquesta subía, cantaba una canción y daba paso al siguiente, al que acompañaba a la guitarra, el teclado, las maracas o lo que estuviese a mano. Tras la malagueña salió Coque Malla, colorado por el sol. "¿Yo qué hago?", se giró hacia Ferreiro. Al final optó por cantar No puedo vivir sin ti, uno de sus últimos éxitos. El público reaccionó moderadamente, con ligeros meneos de cabeza y hombros. Esto le pareció un poco raro a Noni, voz de Lori Meyers, que subió al escenario junto a Nico Pastoriza, tercer componente gallego de la orquesta. . "Esto es Galicia, si quieres euforia vete a Andalucía", le espetó medio en serio medio en broma el mayor de los Ferreiro.
Aparte de por el ambiente de compadreo, a los músicos les gusta el Náutico porque suena bien. Miguel, el dueño, ha invertido en un buen equipo y tiene en mente poder llegar a emitir en directo los conciertos por Internet. Ello no quita que la instalación conserve un aire semiprecario. "No os apoyéis en la pared", advertía al público recostado contra un muro lateral un tanto endeble. La banda se atrevía mientras tanto con el Here comes the sun de George Harrison, que Pastoriza dedicó al "tío Jorge".
Si la banda era poligonera no lo era así la audiencia, con gran abundancia de treintañeros perfectamente ubicables en el tramo de la clase media que mejor resiste a la crisis. Indies, educados y amables, no protestaron por los problemas que la reunión de 10 personas en tres metros cuadrados de tarima ocasionó en el sonido habitualmente excepcional del recinto.
La larga introducción de los artistas dio paso a la primera canción con la orquesta al completo y la primera en que sonó la batería. Fue La canción del telonero, con Pastoriza de vocalista. Tras poco más de media hora, las caras de varios de los músicos aparentaban llevar varias horas de maratón. "No sé como aguanto", le dijo Mostaza a Iván Ferreiro en un momento dado.
Los Ferreiro fueron los que más pusieron de su parte para que el tenderete no se viniese abajo, pero cuando, aún por cumplirse la hora de concierto Iván anunció que la actuación empezaba a proximarse a su fin, parte del público se lo tomó a broma. Hubo tiempo para otra ronda, con una canción por cada pata de la orquesta. Annie B. Sweet entonó Second hand, a la que siguió una versión conjunta de El bello verano, tema de los efímeros Family surgidos en los noventa. A continuación llegó la que quizás fue la versión más conseguida de la velada, con Coque Malla a la cabeza de una interpretación guitarrera de La estatua del jardín botánico de Radio Futura. Tras ella y sin pausa se sucedieron Hasta el final de Ellos y las dos canciones que consiguieron hacer botar al público, Dilema de Lori Meyers y el Turnedo de Iván Ferreiro, que el vigués dejó cantar a los asistentes y cuyos acordes finales volvió a adornar con fragmentos de canciones de otros grupos, desde Maga a The Cure o los Rolling Stones.
Se cumplía una hora de concierto, con el público finalmente encendido, pero los músicos decidieron que era el momento de marcharse. Salieron, no obstante, para completar el recital con Sabor salado de Los Ronaldos. A mitad de tema Malla se calló. "No me la sé". De nuevo Iván Ferreiro al rescate con la letra. Cerraron con Ni tú ni nadie de Alaska. "Gracias por asistir a este experimento freak", se excusó. El público, igual de educado, se fue sin hacer ruido.
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