Experto de bolsillo
Los expertos son algo estupendo siempre y cuando sus juicios coincidan con nuestros prejuicios. Así, la tendencia del año en el ámbito de la cultura es el desacato. El desacato es una conquista de la modernidad si pensamos que la palabra apareció en el castellano en el siglo XVII, 100 años más tarde que el verbo acatar. Dicen los diccionarios de etimología que antes de que significara reconocer la autoridad de alguien, y como derivado del antiguo catar (mirar), su sentido era el de mirar algo con atención.
El viaje nos ha llevado muy lejos porque el desacato actual se basa en todo menos en la mirada atenta. La referencia ya no es Joan Coromines, sino José Mourinho. Si no te gusta la realidad, peor para la realidad. Antes el perdedor se consolaba con ser el vencedor moral, pero la moral ya no cotiza en Bolsa. El problema surge cuando los expertos no nos dan la razón. Si una comisión decide que San Sebastián sea la capital europea de la cultura en 2016, no falta quien, entre los derrotados, desautoriza al mismo tribunal al que un minuto antes se había sometido gustoso, sin cuestionarlo y sin cuestionar, por ejemplo, la peregrina necesidad de que Europa tenga capital cultural. Los viejos cismas de la Iglesia tenían mucha más gracia. Consistían, exagerando un poco, en disfrazar la economía de teología para llegar a la conclusión prevista: qué importa lo que el Papa dijera en Roma si Dios decía lo contrario en Bizancio, Aviñón, Peñíscola o, exagerando mucho, en el Palmar de Troya.
Hay, además, una forma de desacato que se resume en "yo pienso hacer lo que me dé la gana". Tiene mucho que ver con Internet, que lamina la autoridad tradicional y coloca en el mismo nivel al experto y al aficionado. Los seudónimos son todo un síntoma: ya no sabes quién es "stephenhawking" y quién "eljusticieroazul". Con frecuencia, los que más chillan en la Red confunden las costumbres -cuando no las manías- con la naturaleza. Así, aunque los filólogos más autorizados señalen que, en ciertos casos, la palabra "solo" se acentuaba por un error histórico que recomiendan subsanar, siempre hay quien cuestiona la recomendación. Con todo el derecho, con poco fundamento. Será cosa de letras. Los de ciencias lo tienen más claro. En el verano de 2006, los astrónomos internacionales dictaminaron que Plutón ya no es un planeta. Cuesta creer que nadie diera crédito a los que respondieron: "Será porque lo dice usted".
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