La Galicia eterna de García Rodero
El Círculo de Bellas Artes muestra tres décadas del trabajo de la fotógrafa
Transtempo es Cristina García Rodero; es su manera de trabajar: 36 años fotografiando el tema de su carrera, las festividades religiosas y populares; es su blanco y negro; es su mirada, y es, sobre todo, Galicia.
"Para mí Galicia es un lugar muy querido, quizá por lo diferente que es de mi tierra, Castilla-La Mancha, donde prima la llanura. Los gallegos son muy naturales, van a lo suyo, no piden que les fotografíes, no hacen muecas a la cámara, y eso para un fotógrafo es un regalo", cuenta García Rodero en la presentación de la exposición que hoy abre sus puertas.
A bordo de "un seiscientillos, que es lo que había", comenzó a retratar romerías, carnavales y procesiones. Viajaba en sus días libres, organizándose para volver a tiempo a Madrid y dar clases, primero en un instituto y luego en la universidad. Así durante tres décadas en las que cambió de coche, mejoraron las carreteras, se transformó la sociedad y la fotografía ya no se medía solo en carretes sino también en megabytes. "La vida cambia, y con ella lo hacen las fiestas y cómo la gente manifiesta sus sentimientos, porque sigue queriendo tener algo más arriba, algo espiritual", sostiene. "Cuando un grupo de fotógrafos empezamos en el trabajo de retratar las fiestas populares, éramos conscientes de los cambios que estaba viviendo España. Había un deseo de documentar esas manifestaciones populares que iban a cambiar", cuenta García Rodero.
"Fotografiar es salvar un instante de la muerte y poder compartirlo"
"La agencia Magnum no ha cambiado mi forma de trabajar"
Es difícil acertar cuándo se tomaron cada una de las fotos, porque la impronta de García Rodero está en cada una de ellas. Pero la fotógrafa defiende ese paso del tiempo: "No es lo mismo una fiesta joven y para la juventud de ahora, como la fiesta del agua de Villagarcía de Arousa, que ver a esos viejecitos en los años setenta acudir con su nieto a una romería porque sus padres habían emigrado fuera de Galicia".
Transtempo es también vocación de eternidad. "La fotografía es salvar de la muerte momentos importantes para esas personas y para mí, que los observo", explica. "Con mi sensibilidad busco parar el tiempo, salvar ese instante de la muerte y poder compartirlo con los demás, para que cada cual tenga una visión y sienta lo que yo y esas personas hemos vivido".
Cristina García Rodero lleva ya dos años como miembro de la prestigiosa agencia Magnum. Es la primera y única española hasta la fecha. "No ha cambiado mi forma de trabajar", explica. "Lo que cambia es el apoyo que hay detrás de un fotógrafo. No es lo mismo trabajar sola que tener a todo un equipo detrás buscando cómo distribuir tu trabajo, darlo a conocer", reconoce esta fotógrafa, que siempre ha trabajado en soledad. "Pero estar en Magnum es relacionarte con fotógrafos que comparten lo mismo: el amor a la fotografía y el hacer un trabajo lo mejor posible".
A alguien que congela el tiempo, rescata los momentos de la muerte que supone el olvido, parecen faltarle horas para hacer más. Sus proyectos nunca los cierra. "Tengo muchos frentes abiertos", confiesa, "pero mi siguiente reto es una gran exposición en 2012 en el Guggenheim de Bilbao con 20 años de mi trabajo".
Licenciada en Bellas Artes, autodidacta en fotografía ("me han ayudado mucho otros fotógrafos", insiste), García Rodero sintió una emoción especial en su visita a la exposición de Antonio López, su primer profesor de pintura. "Él me enseñó a poner los colores en la paleta. Viendo su exposición, su trabajo multidisciplinar, con pintura, bajorrelieves, esculturas, sentí que me estaba perdiendo otras formas de expresarme", dice. "Pero la fotografía es muy absorbente". "Cuando yo pintaba era muy lenta, y la fotografía va mejor con mi forma de ser. Fotografiar es mirar hacia fuera, pintar es mirar hacia dentro. Siento que cuando sea mayor empezaré a pintar, para mí, por placer".
Transtempo. Círculo de Bellas Artes. Hasta el 2 de octubre.
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