¿Qué más quiere la Iglesia?
La Iglesia lleva años registrando como propios miles de bienes comunales y municipales. ¿Qué nos extraña? No se conforma, no, con que el Estado la financie más generosamente que nunca, con que se marque, además, la "x" en nuestros impuestos; no les basta, tampoco, con que paguemos a sus profesores de religión y sostengamos sus colegios concertados con el dinero de todos. Da por descontado que mantengamos curas y obispos castrenses o que abonemos a escote la reparación de la iglesia de nuestro pueblo, o que corramos con los cuantiosos gastos de mantenimiento, rehabilitación y conservación de su -nuestro- extenso patrimonio artístico; o que introduzcamos unos euros en la maquinita para que se ilumine el retablo de la basílica de Nuestra Señora del Concejo. Sin olvidar el albergue gratis a los fans del Papa en la próxima gira madrileña, claro está.
La Iglesia siempre quiere más. Le debemos, a su juicio, hasta la última gota de lo que le desamortizó Mendizábal hace casi dos siglos. Pero, como nunca alcanza, para más inri, en una especie de copago avant la lettre, los españoles pasan por caja en bautizos, primeras comuniones, bodas y funerales. ¿Qué más quieren? Mucho me temo que reevangelizarnos a nuestra costa. Para ello cuentan con volver a tener ministros del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo.
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