Alfonso Bauer, histórico revolucionario guatemalteco
Impulsó reformas claves en los diez años de Gobiernos de izquierdas a los que puso fin la intervención de EE UU
El abogado y político Alfonso Bauer Paiz, considerado un referente de la izquierda latinoamericana, murió la noche del domingo en la ciudad de Guatemala, a los 94 años. Abogado de profesión, tuvo un protagonismo de primera fila en los Gobiernos de la Revolución de Octubre (1944-1954), década conocida popularmente como "los 10 años de primavera en el país de la eterna dictadura", en alusión al eslogan turístico que promocionaba a Guatemala como "el país de la eterna primavera".
Si se tuviera que clasificar en dos palabras la trayectoria de Bauer Paiz, estas serían integridad y consecuencia. Siempre vivió dentro de los márgenes de la sobriedad revolucionaria, sin dejar de lado el compromiso adquirido en los años cuarenta y que se puede sintetizar en una de las promesas de campaña del presidente Jacobo Árbenz Guzmán, que gobernó el país desde 1951 hasta que fue derrocado por la CIA en 1954: "Toda la riqueza de Guatemala no vale lo que vale la vida, la dignidad, la salud y la felicidad del más humilde de sus habitantes".
Su mayor aportación a Guatemala data, precisamente, de los Gobiernos revolucionarios de Juan José Arévalo (1945-1950) y Jacobo Árbenz Guzmán. En el primero de ellos fue ministro de Trabajo. Posteriormente ocupó la cartera de Economía. Durante el régimen arbencista presidió el Banco Nacional Agrario, desde donde promovió la Ley de Reforma Agraria, que aún levanta polémicas en el país centroamericano. De esta época datan los que todavía son considerados como los "grandes logros" de la clase trabajadora guatemalteca: el Código de Trabajo, los juzgados laborales y la creación del Seguro Social, en uno de cuyos hospitales expiró.
Pero su gran batalla perdida fue la implementación de la reforma agraria. En Guatemala, de acuerdo con el Censo Agropecuario de 1950, un 61% de las grandes propiedades de tierras cultivables eran extensiones ociosas. Pese a las extensas garantías a los derechos de propiedad reconocidas en la ley, esta fue calificada de inmediato como un intento de implantar el "comunismo" en Guatemala.
Demasiado para el patio de atrás de EE UU en un momento álgido de la guerra fría. Aún más cuando las expropiaciones afectaron a la todopoderosa United Fruit Company (Ufco), uno de cuyos abogados era hermano del secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles. Lo demás es historia conocida. Guatemala fue invadida por el autodenominado Ejército de la Liberación, patrocinado por Estados Unidos, la Ufco y terratenientes locales y bendecido por la entonces ultraconservadora Iglesia católica guatemalteca.
Bauer Paiz, como decenas de intelectuales, tuvo que exiliarse par conservar la vida. Trabajó con los Gobiernos de Salvador Allende, en Chile, y con los sandinistas en Nicaragua, después de vivir décadas en Cuba dedicado a la investigación y la docencia.
La última imagen que los guatemaltecos guardarán de Alfonso Bauer será la de su frágil figura lanzándose todos días a las cinco de la mañana a la piscina de la Ciudad Olímpica, un complejo deportivo creado, precisamente, por los Gobiernos revolucionarios. No dejó de hacerlo hasta hace algo más de un año, cuando el deterioro de su salud se lo impidió.
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