Un verano no tan al sol
La capital ofrece múltiples posibilidades para disfrutar de piscinas, algunas de ellas enclavadas en puntos céntricos
Mientras miles y miles de madrileños y visitantes luchan a pie del asfalto con los rigores del verano, con unas calles que mezclan el ruido, las prisas y el calor, parece que el tiempo se para a unos 30 metros de altura. O a 50 si se elige una de las decenas de piscinas que se reparten en la capital. Estos espacios, situados a veces en lugares recónditos y de difícil localización como la azotea de un hotel, se convierten en el único método para combatir la treintena o la cuarentena de grados que se alcanzan en la región en los meses de mayor calor. Algunas de estas piscinas se han convertido en cotos casi privados dado lo pequeño de su aforo o el precio elevado de una entrada que la hacen imposible para muchas economías. Otras, por el contrario, son el refugio en el que pasar horas y horas entre césped, chapuzones y sombras.
Seis distritos no tienen instalaciones públicas donde refrescarse
Policías municipales patrullarán en siete zonas consideradas de alto riesgo
Entre las piscinas más famosas está la de la Casa de Campo, que aparece en algunas guías gay. Eso hace que esté muy concurrida en la Semana del Orgullo Gay por la cantidad de visitantes que van a este lugar rodeado de árboles y vegetación. También resulta multitudinaria la piscina de Puerta de Hierro, conocida hace décadas como el parque sindical. Entre sus puntos a favor es que tiene una gran amplitud, por lo que puede acoger a centenares de personas a la vez. El problema es que para llegar a ella es recomendable utilizar el coche.
Si se buscan opciones más tranquilas, en las que se roce el gusto por lo elitista, no se debe dejar de visitar la azotea del Oscar Room-mate Hotels, en pleno barrio de Chueca. La entrada vale 40 euros, pero merece la pena solo por las vistas que se pueden apreciar desde ella. Destaca el Palacio de Cibeles. Y mientras se disfruta de ese lugar paradisiaco se puede pensar que abajo sigue el bullicio y miles de personas con sus quehaceres diarios. Resulta como si el tiempo se paralizara en medio de la gran urbe.
Los que opten por las alturas también pueden decantarse por la piscina del Roof Garden Hotel Emperador, en plena Gran Vía. Destaca el chillout, la zona de hamacas, además de una alfombra verde que recibe al visitante. Cuenta con baños, vestidores, taquillas, un servicio de toallas y un restaurante en el que se puede pedir cócteles o comer algún refrigerio. Es el lugar ideal para olvidarse del estrés, de las prisas y del día a día. Eso sí, el visitante deberá desembolsar entre 33 y 44 euros.
Existen otras opciones intermedias como la piscina de la Universidad Complutense, la de Francos Rodríguez -que cuenta con servicio de préstamo de lectura- o el Real Canoe, en la calle del Pez Volador.
Dentro de este recorrido por las piscinas destaca que seis distritos de la capital carecen de lugares donde refrescarse y huir de los rigores del verano. Son Retiro, Salamanca, Chamartín, Barajas, Centro y Chamberí. En ellos viven unas 750.000 personas que tienen que ir con la toalla y las chanclas a otros lugares para refrescarse.
Una novedad de este año es que policías municipales de uniforme patrullarán al menos dos veces por la mañana y otras dos por la tarde por las piscinas consideradas de alto riesgo. Así lo expuso el concejal de Seguridad, Pedro Calvo Poch, durante la presentación de la Operación Verano. De momento son siete: Aluche, Orcasitas, San Fermín, Palomeras, La Elipa, Moratalaz y Vicálvaro. Para su catalogación como peligrosas se han basado en los altercados sufridos en los últimos veranos. No descartan ampliar la vigilancia a otras si también se producen conflictos.
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