El nacimiento del 'dardennismo' rosa
La moralidad del cine de tema social se pone a prueba en la óptica aplicada sobre las zonas de exclusión y las figuras marginales que las habitan. En el contexto europeo, la obra de los hermanos Dardenne se ha afirmado como el gran referente, tras evolucionar de cierta impudicia casi fetichista en su mirada hasta ese sofisticado afinamiento que concede márgenes de ambigüedad al movimiento (interior) de los personajes y propicia interesantes intoxicaciones con el lenguaje del noir -El niño (2005), El silencio de Lorna (2008)- y el cuento de hadas -el desenlace de El silencio de Lorna y Le gamin au vélo-. Era inevitable que el toque los Dardenne generaran escuela, aunque la descendencia se muestre más capaz de matizar el rigor de sus planteamientos que de radicalizarlos. Del mismo modo que el neorrealismo italiano engendró el llamado neorrealismo rosa -donde las claves de la comedia sentimental introdujeron la posibilidad del final feliz-, a los Dardenne les ha surgido su propio dardennismo rosa con El amor de Tony, debut en el largo de Alix Delaporte.
EL AMOR DE TONY
Dirección: Alix Delaporte. Intérpretes: Clotilde Hesme, Grégory Gadebois, Evelyne Didi, Jérôme Huguet, Antoine Couleau.
Género: drama. Francia, 2010.
Duración: 87 minutos.
La directora captura la obstinación de superviviente de Angèle, una exconvicta en busca de refugio existencial, con imágenes que evocan el cine de los Dardenne, pero dirige esta historia de amor aparentemente improbable con una fe demasiado acusada en la fuerza redentora del corazón. Tony, el pescador normando que será suspicaz objeto de las atenciones de Angèle, dista de ser un arquetipo y la complejidad de los dos personajes salva el conjunto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.