Gene Colan, el mundo claroscuro de los superhéroes

Tras una larga y dolorosa enfermedad, el dibujante Gene Colan (Nueva York, 1926) falleció el 23 de junio a los 84 años. Fue un autor de largo recorrido, una leyenda de la historieta que comenzó su carrera en la industria del cómic estadounidense tras la II Guerra Mundial. Trabajó en infinidad de series y editoriales, forjando un estilo personal y reconocible, basado en el espectacular dominio de la figura humana y el brillante uso del claroscuro, aprendido de Milton Caniff, pero al que hizo evolucionar con atrevimiento hacia un dinamismo que se convirtió en carta de presentación de los tebeos de Colan.

Su dilatada carrera alcanzaría el éxito a finales de los años sesenta. En un momento de crisis de la industria de los cómics de superhéroes, Stan Lee, entonces director editorial de Marvel, le encomendaría encargarse de series estrella como Capitán América o Daredevil, donde plasmaría tanto su espectacular concepción de la puesta en página como un interés por ir más allá de la noción tradicional de la historieta. Si en Daredevil aprovechó las características del superhéroe ciego para desarrollar una verdadera poética visual del movimiento, en Capitán América conseguía dar credibilidad a los guiones de Lee, cerrando el círculo imposible que unía la aventura más vibrante de inspiración bondiana con toques fantásticos (en sagas tan recordadas como la del Cubo Cósmico) con un acercamiento al día a día de la sociedad americana posvietnam. El dibujo de Colan se convertía en un retrato fiel de la época, hasta ser el único que permitiría la introducción de Halcón, el primer superhéroe negro de la editorial Marvel.

Marcó el género de terror con su dominio ejemplar del blanco y negro

Sin embargo, los años setenta traían malos aires para el género. Los movimientos sociales dejaron a los superhéroes en segundo término y los lectores abrazaban expresiones más adultas del cómic, como las que ofrecía la editorial Warren en su revista Creepy. Una situación crítica que obligó a las editoriales tradicionales a buscar nuevos caminos para sobrevivir, que Marvel encontraría en la resurrección de un clásico: Drácula. Un personaje mítico del género de terror que tendría en Colan a su dibujante ideal: su contraste de blancos y negros, la luz imposible que conseguía en sus viñetas, la elegancia de sus movimientos y la textura nebulosa de sus atmósferas revitalizaron al vampiro en una nueva encarnación casi legendaria. Las páginas de Tomb of Dracula [La tumba de Drácula] se convirtieron en un magisterio de dibujo y narrativa gráfica reconocido por toda la profesión. Tras esta etapa, Colan pasaría a la editorial DC para encargarse de un personaje que se adaptaba como un guante a su estilo, Batman.

Activo hasta sus últimos días, aun gravemente enfermo, sería capaz de ganar en 2009 el premio Eisner, uno de los más prestigiosos del mundo del cómic, por su trabajo en el número 601 de Capitán América.