Lores vuelve a ceder al PSOE el urbanismo de Pontevedra

Casi un mes justo han tardado BNG y PSOE en ponerse de acuerdo para formar un gobierno de coalición en Pontevedra, que anunciaron finalmente ayer el alcalde, el nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores, y el portavoz del PSdeG, Antón Louro. Este ocupará la tenencia de alcaldía en un ejecutivo en el que los socialistas no pierden demasiado peso a pesar de su descenso en las elecciones, que les otorgaron tan solo tres ediles, la mitad que en 2007 y lejos de los 11 de los nacionalistas. De los nueve concejales que conformarán la junta de Gobierno, siete serán del BNG y dos del PSOE.

"Ya teníamos ganas de llegar al acuerdo, pero la letra pequeña estaba alargando las negociaciones", empezó Lores, que, como Louro, insistió en el carácter "unitario, solidario y proporcional" del nuevo ejecutivo. Aunque los partidos aún no han decidido qué concejales desempeñarán cada tarea, el acuerdo permite al PSdeG conservar la gestión del urbanismo -salvo por la tramitación del plan general-, y las competencias en empleo, eje central de la campaña de Louro. Los socialistas acceden también a Deportes, Educación y Obras Urbanas. El BNG recupera áreas importantes como la protección ciudadana y el régimen interior, y mantiene Facenda, Cultura y la gestión de las infraestructuras. Ambos grupos han acordado que podrán disponer de un concejal no electo, pero todavía no han acordado cómo se distribuirán las dedicaciones exclusivas.

Ambos líderes repitieron que apuestan por la austeridad y el ahorro, que cifran en 1,5 millones de euros. Se librarán de los recortes las áreas de promoción económica y servicios sociales, para las que han anunciado subidas aún por concretar. En total, el nuevo bipartito aspira a gastar estos cuatro años "entre 55 y 75 millones". El dinero lo sacarán, apuntó Lores, de la lucha contra el fraude y el aumento del endeudamiento, que en la actualidad se sitúa en torno al 40%. Louro aseguró que el gobierno "va más allá de los grupos que lo apoyan" e insistió en la idea de que el resultado electoral dejó claro que los votantes querían que el bipartito continuase funcionando.