Puntualización a una traducción
En la página 46 de EL PAÍS del 16 de enero, al traducir el documento de Althusser l'Avenir dure longtemps, dos de sus colaboradores cometen un error distinto en cada uno de sus textos. Ya se publicó una biografía del autor de Lire le Capital en el año 92 (Destino, Áncora y Delfín) con ese mismo título, también mal traducido. Decía el título de l'Avenir dure longtemps que El porvenir es largo. Su colaborador desde París, Jiménez Barca, otorga al documento la versión de que "el porvenir dura mucho", mientras que el análisis en faldón que cierra página, firmado por Francesc Arroyo, consolida la traducción que le otorgó Marta Pessarrodona, autora de la traducción de la biografía antes citada. En cambio, el verbo intransitivo durer (del latín durare) aplicado al tiempo, adquiere el valor de espera: el tiempo parece largo, como diría un amante alejado de su amada, "que le temps me dure" cuando tú no estás, por ejemplo. La ficción del tiempo no es larga ni corta, el pasado se supera y el futuro se aguarda, ambos desde el efímero presente.
La versión correcta a mi entender -fruto de largos años de dedicación a la interpretación literaria de la lengua francesa- de la frase althusseriana, sería el porvenir tarda en llegar o en una variante de la aportada por Jiménez Barca, el porvenir tarda mucho.
Tal versión sería además acorde con el ansia filosófica del cumplimiento de la utopía socialista por parte del genial -pese a su triste fin- provocador aquel mantra: "El corte epistemológico saussuriano en la interpretación hegeliana del joven Marx", que se repetía en las discusiones tridentinas de las células de intelectuales del PCE, allá por los años setenta, en cualquier lugar donde se asentaran.
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