El Che vuelve a Sierra Maestra
Ven la luz los cuadernos de campaña del guerrillero agrupados en 'Diarios de un combatiente'
El Che vuelve a la carga. Cuarenta y cuatro años después de su muerte, cuando ya parecían exprimidos y agotados sus testimonios personales sobre las experiencias guerrilleras de Cuba, el Congo y Bolivia, acaba de aparecer en La Habana un nuevo volumen póstumo, preparado por el Centro de Estudios Che Guevara (que dirige su viuda, Aleida March). Su título es Diarios de un combatiente y contiene los cuadernos de campaña que El Che escribió en pequeñas libretas desde el desembarco del yate Granma, el 2 de diciembre de 1956, en el oriente de Cuba.
Tres días después, la tropa guerrillera estuvo a punto de ser aniquilada por el Ejército de Fulgencio Batista en Alegría de Pío. El Che anota: "5 de diciembre. Acampamos en un bosquecito a la orilla de un cañaveral en una hondonada rodeada de sierras. A las 4.30 fuimos sorprendidos por fuerzas enemigas. El Estado Mayor se retiró al cañaveral y ordenó la retirada en esa dirección. La retirada tomó proporciones de fuga. El Estado Mayor abandonó mucho implemento. Yo traté de salvar una caja de balas...".
Guevara se muestra muy crítico con algunos compañeros que llegaron a ministros o jefes de la revolución
En el mismo tono conciso y directo que utilizará en todo el diario
[publicado por la editorial australiana Ocean Sur / Ocean Press], añade: "Nos internamos en la selva y caminamos oyendo el ruido de los cañaverales incendiados. Debimos hacer un alto pues no teníamos orientación alguna".
Este episodio de la lucha guerrillera de Sierra Maestra es conocido, e igual sucede con la mayoría de los hechos que Guevara relata en estos apuntes inmediatos. La fuerza del libro reside en el carácter de testimonio urgente y deshuesado de los sucesos. Los comentarios llegan hasta el 3 de diciembre de 1958. Faltaba un mes escaso para que el Che tomara la ciudad central de Santa Clara, la acción que finalmente determinó la huida de Batista el 1 de enero de 1959.
En las notas hay un vacío de nueve meses (entre agosto de 1957 y abril de 1958). Según el Centro de Estudios Che Guevara, ello se debe a que dos de las pequeñas libretas en que el guerrillero cubano-argentino apuntó sus observaciones han desaparecido. El contenido de las notas, en su mayoría comentarios breves, fue empleado por el propio Guevara para elaborar Pasajes de la guerra revolucionaria, su gran testimonio sobre la lucha insurgente en Cuba, publicado en 1963. El Che se muestra muy crítico en sus juicios iniciales sobre algunos activistas pertenecientes al Movimiento 26 de Julio (M-26-7) de Fidel Castro -algunos de los cuales llegarían a ser ministros y destacados dirigentes de la revolución- que operaban en las ciudades. En ese momento Guevara solo conocía Cuba a través de los ojos de Castro y de sus hombres, jamás había pisado una ciudad de la isla -solo las lomas y caseríos de Sierra Maestra-, a lo que hay que sumar su condición de argentino para entender los resquemores del principio.
Casi al final del diario, el 21 de octubre de 1958, comenta del coordinador provincial del M-26-7 en la provincia de Las Villas, Enrique Oltuski, con quien se entrevistó en las montañas del Escambray en vísperas de la toma de Santa Clara: "Cuando le dije que nos dieran el informe de los bancos que hay en los pueblos, para atacarlos y llevarles el dinero, se tiraron al suelo angustiados. Se opusieron con el silencio [Oltuski y sus colaboradores] a la distribución gratuita de la tierra y demostraron su subordinación al gran capital". En 1959 Oltuski se convertiría en el primer ministro de Comunicación del Gobierno revolucionario y acabaría trabajando con el Che.
A René Ramos Latour, jefe del M-26-7 en la provincia de Oriente, el Che lo consideraba un pequeño burgués representante de la derecha. El 30 de julio de 1958, tras su muerte en combate en Sierra Maestra, escribió en el diario: "Profundas divergencias ideológicas me separaban de René Ramos y éramos enemigos políticos, pero supo morir cumpliendo con su deber, en la primera línea, y quien muere así es porque siente un impulso interior que yo le negara y que en esta hora rectifico".
El 16 de febrero de 1957, después de encontrarse por primera vez en Sierra Maestra con Frank País, Vilma Espín -esposa de Raúl Castro, ya fallecida -, Haydée Santamaría y Armando Hart, anota: "Por conversaciones aisladas me enteré de la evidente filiación anticomunista de la mayoría de ellos, sobre todo Hart". Este último, uno de los históricos de la revolución y exministro de Educación y de Cultura, quien escribe el prólogo de Diarios de un combatiente, admite que el trasfondo de las tensiones era la vieja pugna entre "la Sierra y el Llano". Guevara, como Fidel Castro y otros, consideraba que la dirección de la lucha contra Batista debía ser asumida totalmente por la guerrilla de Sierra Maestra, y pensaba que muchos dirigentes clandestinos de las ciudades en el fondo representaban intereses conservadores.
Muestra de estas fricciones es la carta que Hart escribió a Guevara el 25 de diciembre de 1957, y que publica en el prólogo -nunca llegó a enviársela, pero el Ejército de Batista, tras capturarle, la publicó para demostrar las divisiones dentro del movimiento revolucionario-. "Debo decirte que además de grosero has sido injusto", expresa Hart. "Que tú creas que nosotros somos derechistas o salgamos de la pequeña burguesía criolla o más propiamente que la representemos, es cosa lógica que no me extraña en lo más mínimo, ni mucho menos puede dolerme pues está a tono con tu interpretación del proceso histórico de la revolución rusa". Y concluye con retintín: "Si hemos seguido mal el camino, te ruego me indiques el más correcto...".
En los diarios aparecen también curiosidades, como por ejemplo que fueron religiosos adventistas quienes primero ayudaron y dieron comida al grupo del Che tras la desbandada de Alegría de Pío; o que Guevara consideró al inicio a los asaltantes del palacio presidencial, que pretendieron ajusticiar a Batista el 13 de marzo de 1957, como un "grupo terrorista"; o que, a los cuatro meses del desembarco, fue Raúl Castro quien trató primero de que el Che pasara a ser "comisario político" además de médico de la guerrilla -"pero Fidel se opuso", escribe.
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