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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cipriana

Carlos Boyero

Ese señor tan castizo llamado José Bono, actor superdotado y pintoresco aunque sus registros sean limitados (tampoco necesita más, siempre le ha ido muy bien con la creación de un exclusivo personaje), que otorga un nuevo día de vacación semanal a esa agotada parroquia que tanto trabaja por el bien común, tan heterodoxo en su ideología y en sus actos, que logra el milagro de ser al mismo tiempo de izquierda, de derecha y de centro, manifiesta su indignación ante la indisciplina de los irresponsables de Izquierda Unida, que han permitido que los peperos se apropien de las llaves del reino en pueblos y ciudades antes que pactar con sus hermanastros sociatas. Les llama sectarios y comunistas, conceptos que todos sabemos que están indisolublemente unidos. Más o menos como genocidas y nazis. Su agudeza mental, su desparpajo socarrón, asegura que a Cayo Lara (no le define como el Stalin del rebaño, pero todo se andará) sus huestes le hacen el mismo caso que le hacían en su pueblo a una titiritera llamada Cipriana. Tiene al lado, cuando hace tan jocoso símil, a su destronado colega Barreda y este se parte de risa. Normal. El que no se consuela es porque no quiere, juraba mi sabia y despiadada abuelita.

Mientras tanto, la madera suelta mamporros (urge ampliar el gremio, los reivindicativos piojosos pueden multiplicarse hasta crear auténtico miedo, e incluso responder a su autoridad armada con bates de beis bol) a los que gritan a los parlamentarios de cualquier partido algo tan necesario y desesperado como: "Vosotros no nos representáis". Y, por supuesto, a los que se creen representativos se la suda el gorgorito libertario. Siguen en el poder, incluidos los encausados por corrupción (o sea, los más tontos del gremio, ya que los villanos con categoría habrían borrado todas sus huellas del pringue), porque la voluntad soberana del pueblo no solo les comprende, sino que también les adora.

Enzsenberger certificó que el verano de la anarquía fue corto. Y la historia asegura que pocos libertarios como exige la coherencia se despiden de este mundo desde su cama. A lo mejor les compensa. Por el placer estético y la necesidad moral de haber hecho temblar alguna vez al inexpugnable Orden.

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