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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Vetos

Siempre pasa lo mismo. Tras los comicios se inician las negociaciones para la configuración de los gobiernos respectivos, y aunque las direcciones de los partidos proclamen que cualquier posible acuerdo deberá pasar por el respeto a un programa pactado, siempre aparecen escollos ajenos al guión que impiden lo fundamental. Tras las elecciones del 22-M también han aparecido escollos en forma de vetos: veto a Bildu y veto a personas concretas pertenecientes a partidos de trayectoria democrática intachable que no han sido vetados como tales partidos.

Yo creo que el veto a una formación política tiene algún sentido cuando está basado en una lectura minuciosa de su ideario, de su trayectoria y de su programa. Todos sabemos que Bildu lleva la contradicción en su propia constitución, por tanto precisa aclararse en sí misma antes de poderse hacer con gobiernos importantes como pueden ser la Diputación de Guipuzkoa, el Ayuntamiento de San Sebastián o las alcaldías de municipios vascos importantes, que tienen mucho que decir y bastantes decisiones que tomar para facilitar infraestructuras tan importantes para nuestro progreso como el TAV, los puertos y aeropuertos, u otras obras vertebradotas del territorio.

Vetar a una persona, por el mero capricho, convierte a quien veta en totalitario diletante
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Porque en su seno conviven EA y Alternatiba, -que dieron su apoyo a tales infraestructuras-, con la izquierda abertzale, -los sucesores de Batasuna-, que se oponen tan contundentemente a ellas que fundamentaron buena parte de su fuerza electoral, cosechada durante muchos años, en impedir desde la Central de Lemoiz hasta el TAV pasando por la autovía de Leizarán, siempre valiéndose del miedo infligido a la ciudadanía vasca por la acción brutal de su primo de Zumosol, ETA. Por eso resulta lógico que los partidos democráticos muestren sus reticencias ante esta hidra de tres cabezas de las cuales una (la más importante y voluminosa) no sé sabe qué está pensando realmente. Esta condición hace razonable que se planteen vetos a la formación, a pesar de que los vascos y las vascas hayan sido tan generosos depositando papeletas de Bildu en las urnas. Puede ser que muchas procedieran de la esperanza y los deseos de paz, mucho más que de la confianza de que sean capaces de gestionar unas Instituciones en las que no han creído y a las que no han respetado.

Lo que no es de recibo es que se practiquen y propongan vetos a personas que siempre han estado trabajando en el espacio democrático y han respetado sus reglas. Me refiero, principalmente, a los vetos a Odón Elorza y a Ernesto Gasco propuestos por el PNV en el Ayuntamiento de San Sebastián. Resulta tan grosero como inadmisible porque, ¿en qué característica o condición de ambos se apoyan los vetos? ¿Están acaso inmersos en algún caso de corrupción o tienen pendientes asuntos con la Justicia? Entonces, ¿a qué vienen los vetos? Cualquier pacto o acuerdo entre partidos democráticos ha de estar condicionado por las reglas, principios y los proyectos contenidos en él, pero no así por que las personas concretas que deban ejecutarlos sean más o menos simpáticas. Serán ella, desde sus propias voluntades, las que se muestren incompatibles con los acuerdos firmados y opten por la retirada. Incluso podrán ser las propias formaciones las que decidan que alguien es inapropiado para administrar un determinado acuerdo. Pero ninguna de estas figuras constituye un veto. Vetar a una persona, atendiendo al mero capricho, convierte a quien veta en totalitario diletante.

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Que Egibar quiera apartar a Odón Elorza y Ernesto Gasco de la primera página del libro del San Sebastián moderno y actual es, como he dicho, una grosería, una muestra de desagradecimiento con quienes han aportado inteligencia y vida a esta bella ciudad, y es, además, pura envidia y resentimiento.

Josu Montalbán es diputado por el PSE-EE en Vizcaya en el Congreso..

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