_
_
_
_
Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Arthur Goldreich, un bohemio en la guerrilla

Pintor sudafricano, Cobijó a un prófugo Nelson Mandela y creó el ala armada del Congreso Nacional Africano

María Antonia Sánchez-Vallejo

Nelson Mandela definió en su autobiografía a Arthur Goldreich como "una personalidad exuberante", extravagante si se quiere, según la traducción elegida. El término en inglés para ese rasgo de carácter es flamboyant, el mismo que nombra a un árbol originario del sureste de África que al florecer se convierte en una hermosa bola de fuego. Una apropiada imagen para retratar a Goldreich: bohemio y guerrillero, granjero, estratega, judío errante y artista, fue una figura tan fogosa como la estampa de unos flamboyanes en flor sobre la tierra dorada de África.

De todas esas facetas, Arthur Goldreich (Pietersburg, 1929-Tel Aviv, 2011) tal vez sea recordado por una sola: como el capataz que ocultó a Nelson Mandela en su granja antes de que el régimen de Pretoria le detuviera en 1962 y condenara a cadena perpetua, convirtiéndolo en el símbolo de la lucha contra el apartheid. O como el inspirador del ala armada del Congreso Nacional Africano (CNA), el movimiento de liberación sudafricano.

Como ideólogo trazó un plan para derrocar al Gobierno del 'apartheid'
Mandela le define como "una personalidad exuberante"

Desde pequeño Goldreich dejó claro que estaba sobrado de carácter. Cuando tenía 11 años, durante la II Guerra Mundial, el régimen afrikáner decidió impartir alemán en las escuelas, por si los nazis ganaban la contienda. El pequeño Arthur se negó, pero no se quedó ahí: escribió al primer ministro Jan Smuts y reclamó recibir clases de hebreo. Lo consiguió.

La vida de Arthur Goldreich fue un ir y venir en pos de intereses diversos, pero sus raíces se hundían en la granja Liliesleaf de Rivonia, en las afueras de Johanesburgo, cuyo alquiler pagaba el Partido Comunista. Allí, a comienzos de los años sesenta, Goldreich cobijó una temporada a Nelson Mandela. Los vecinos veían a un joven negro, conocido como David Motsayami y vestido con el mono azul de los jornaleros, que cuidaba el jardín o vendía los productos de la explotación a la entrada de esta. Era el futuro preso político más conocido del planeta. De sus años como David Motsayami, Mandela recuerda "la atmósfera optimista" que Goldreich contribuyó a crear en el lugar.

La granja de Rivonia se había convertido en la base de operaciones del Umkhonto we Siz-we (Lanza de la Nación), el ala armada del CNA. Durante esa época, Goldreich viajó a China, la Unión Soviética y la Alemania del Este en busca de ayuda militar e información para construir armas. Como ideólogo, trazó un plan para derrocar al Gobierno, así como las directrices de una guerra de guerrillas. La acción armada no fue mucho más allá de pequeños actos de sabotaje y algunas incursiones urbanas, pero la impronta de Goldreich fue notoria.

La irrupción de la policía en la granja, en 1963, supuso el fin de la libertad para Goldreich y otros 16 líderes del movimiento, entre ellos Walter Sisulu, secretario general del CNA; Mandela había sido arrestado un año antes. Goldreich y otros tres detenidos lograron escapar de la cárcel poco antes de ser juzgados. Tras su huida del país, disfrazado de sacerdote, Goldreich se trasladó a Israel y solo regresó a Sudáfrica en 1994, finalizado ya el régimen del apartheid, para una ceremonia conmemorativa en la granja, hoy un museo.

En su autobiografía, el viejo Madiba (el nombre clánico de Nelson Mandela) aporta otro dato clave de la vida de Goldreich: en los años cuarenta, combatió en la guerra de independencia de Israel en las filas del Palmach, una unidad de élite. Pero su experiencia de los bantustanes en Sudáfrica le hizo especialmente crítico con la política de segregación de Israel en los territorios palestinos: de su ardorosa identificación juvenil con el sionismo, Goldreich derivó hacia posiciones más escépticas.

Fue también artista -en el año 1955 recibió el premio al mejor pintor joven de Sudáfrica- y diseñador -creó un prototipo de silla ergonómica en los cincuenta- y se aventuró en tareas académicas, al fundar el departamento de Diseño de la Escuela de Artes Bezalel, en Jerusalén. Pese a haber vivido las últimas cinco décadas en Israel, Arthur Goldreich no cortó nunca el cordón umbilical con Su-dáfrica, con los recuerdos de la epopeya libertadora que alentó parte de su vida. Su muerte, el pasado 24 de mayo, fue anunciada por la Fundación Nelson Mandela.

Arthur Goldreich, en Johanesburgo en 1991.
Arthur Goldreich, en Johanesburgo en 1991.JOHN HOGG (AP)

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_