La tozudez de Nudozurdo
Nudozurdo es uno de esos grupos a los que siempre se les augura un mañana mejor porque parece que el hoy les minusvalora. Nacieron en Madrid en 2000. Han pasado 11 años y tres discos. El primero en 2002. Seis años hasta el segundo, Sintética, el que iba a ser el bueno, el definitivo, con el que iban a dar el salto. Pero no, esa vez tampoco. Y además Leo Mateos, el líder, se volvió a quedar solo. Reconvirtió el trío en cuarteto y construyó las bases de lo que sería su tercer álbum, Tara motor hembra, que se puso a la venta en febrero y recibió todos los parabienes y bendiciones que siempre recibe. Contundentes como un tanque, herederos de los Parálisis Permanente, en lo lírico, y de ese rock oscuro que funciona en bucles, como martillazos, en lo musical, su directo es uno de los más impresionantes del panorama español, lo que les ha convertido en fijos en todo festival o festivalillo que se precie, que ya es algo. El jueves en la sala Rock Kitchen (Fundadores, 7) se podrá volver a comprobar. Con ellos La Débil, un grupo madrileño, en este caso recién llegado, de excéntricas y prometedoras formas.