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Los problemas del campo andaluz

La crisis del pepino está por llegar

El sector se muestra escéptico sobre las ayudas y la campaña de imagen

"El calvario empieza hoy". La frase de Miguel Cazorla, uno de los empresarios agrícolas a los que el Gobierno alemán acusó el 26 de mayo de haber contribuido a la muerte de más de una decena de personas y a la intoxicación de unas 1.600 en ese país, fue premonitoria. En las tierras de este agricultor ecológico de Pechina (Almería) se crió una parte de los pepinos exportados a Alemania y que, una vez fuera de España -como ha quedado acreditado-, se infectaron de la bacteria E. coli.

El agricultor lanzaba el mensaje el miércoles, antes de la reunión que el sector hortofrutícola mantuvo en Almería con el vicepresidente del Gobierno, la ministra de Medio Ambiente, el presidente de la Junta y la consejera de Agricultura. Una cita al más alto nivel de la que, al igual que ha ocurrido en encuentros anteriores y posteriores, no se han extraído conclusiones de contundencia que reconduzcan la situación que ha sobrevenido al campo almeriense.

Los camiones hacen tres horas de cola para poder tirar sus productos
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Alemania ha herido de gravedad a Almería. Sus "calumnias" -como calificaba el presidente andaluz, José Antonio Griñán, las intervenciones de la senadora de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks- han provocado la mayor crisis a la que se enfrenta el campo almeriense, el principal productor y exportador español de pepino y el tercero en producción y comercialización de frutas y hortalizas.

Además de irreversible, el daño ha abierto unas heridas que tardarán mucho tiempo en curar. No se sabe cuánto. Dependerá de la diligencia con la que las administraciones gestionen dos cuestiones primordiales: compensar al sector por las pérdidas y, sobre todo, trabajar en una campaña de limpieza de imagen para recuperar la confianza de los consumidores.

Pese a que la UE levantó la alarma sobre los pepinos españoles hace cuatro días, el miedo se ha apoderado del mercado porque Alemania aún no ha atajado el problema desde su raíz. No sabe por dónde le ha llegado el grave problema de salud pública que ha atemorizado a un tercio del planeta. Rusia ha cerrado sus fronteras a Europa y cerca de una decena de países no compra a España.

Mañana volverá a ser un día clave. Los lunes y martes se realizan los pedidos y se organizan los movimientos comerciales para la semana. "Si no hay pedidos, habrá que arrancarlo todo", prevé Andrés Góngora, secretario de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de Almería y responsable estatal de Frutas y Hortalizas de la organización. Se trataría de prescindir de toneladas de género. Durante los primeros días de la denominada crisis del pepino se realizó una estimación: al día se pierden 6,1 millones de euros en productos, sin contar los gastos estructurales (transporte, mano de obra, etcétera). Los agricultores y las empresas han comenzado a estimar sus pérdidas desde el pasado día 26, pero la cifra irá en aumento hasta que no se alcance la normalidad en el mercado.

"Esto no ha hecho nada más que empezar", advierte Francisco Vargas, presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) de Almería y representante nacional de Hortalizas del colectivo. "Queda un trabajo importantísimo por hacer", añade. Tanto en el ámbito institucional como en el privado.

Para solicitar las ayudas, los agricultores se enterrarán en papeleo. El modelo de valoración de pérdidas entregado a empresas y comercializadoras de frutas y hortalizas contempla hasta 20 conceptos diferentes que han de justificar para calibrar sus perjuicios económicos. Entre otras cuestiones, tienen que demostrar que su producto no se ha vendido o se ha hecho a un precio menor a causa de la alerta sanitaria, especificar el producto rechazado así como el coste de su eliminación.

"Tenemos que realizar un trabajo ingente", describe Alfonso Zamora, gerente de Ecohal,asociación que agrupa a una treintena de alhóndigas de Almería, Málaga y Granada. "Hay que preparar mucha información de esta campaña y realizar una media de las tres últimas cosechas (...). Lo que se avecina es más grave de lo que podamos imaginar". Los temores se concentran en la próxima campaña.

"No se puede aventurar una cifra de pérdidas al menos hasta finales de mes", adelanta Juan Antonio Díaz Planelles, gerente de Agroiris, empresa que produce al año unos 25 millones de kilos de pepino, 70 millones de kilos de pimientos y alrededor de 25 millones de kilos de melones. Teniendo en cuenta que, como media, el precio de las frutas y hortalizas ha caído un 50% tras la alerta sanitaria, ha perdido, y mucho. Lo que ha quedado sin vender hay que destruirlo. "No tenemos ni dónde tirar el producto", explica. Tan sólo existen dos plantas autorizadas en la provincia -en La Mojonera y Níjar- y cada camión realiza una media de tres horas de espera hasta que le llega su turno.

Nueva campaña

La crisis del pepino ha afectado al 80% del sector. El 20% restante comienza a finales de mes la nueva campaña y, si la situación no mejora, se trataría de una auténtica debacle. Lo peor ha sido la caída de los precios. "El jueves previo a la crisis el kilo de sandía estaba a más de 40 céntimos y el viernes bajó a 19", destaca Francisca Iglesias, secretaria almeriense de la Unión de Pequeños Agricultores. Iglesias se muestra muy preocupada por la imagen de los agricultores fuera de España. "No somos asesinos", promulga. Es partidaria de comenzar el turno de ayudas por las empresas malagueña y almeriense a las que se dañó al señalarlas como causantes de muertes e intoxicaciones, pero observa que habrá "quien quiera aprovecharse de estas ayudas", en referencia a otros países que también han reducido su volumen de ventas desde la alerta sanitaria, como Holanda, Portugal, Grecia o Francia. Todos estos países también pedirán ayudas a la UE.

"Hemos pedido a nuestros afiliados que no tomen sus decisiones en la finca, la explotación o la empresa pensando en las ayudas, porque puede que no vengan", alerta el secretario de COAG.

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