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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Arbitraje egipcio

El Cairo abre la frontera con Gaza y deja solo a Israel en su estrategia para combatir a Hamás

Con precaución, pero sin pausa, el nuevo Egipto ha empezado a establecer las líneas maestras de su política exterior. El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno establecido tras la caída de Mubarak, Nabil Arabi, señaló que Egipto se guiaría por la defensa de su interés nacional y, al mismo tiempo, por el respeto a la legalidad internacional. Apoyándose en estos dos escuetos principios, el mapa político de la región ha empezado a cambiar respecto del que promovía la diplomacia de Mubarak, orientada a garantizar la estabilidad interna de la dictadura. La sintonía del Egipto anterior a la revolución con el Gobierno israelí procedía de que, al menos en este punto, ambas partes estaban de acuerdo, aunque por razones diferentes.

Desde que se estableció el bloqueo de Gaza en 2007, Israel prefirió asumir en solitario el coste internacional a fin de asegurarse la colaboración de Mubarak. Esta estrategia ha llegado a su fin bajo la inspiración del ministro Nabil Arabi: Egipto ha decidido abrir su frontera con Gaza, dejando a Israel solo en su bloqueo, que asfixia a una población de millón y medio de personas, en su intento de combatir al Gobierno de facto de Hamás. Esta decisión egipcia llega tras haber promovido un acuerdo entre las autoridades de Cisjordania y Gaza, no para conseguir una simple reconciliación entre las facciones palestinas, sino para facilitar la celebración de elecciones en el territorio ocupado dentro de un año. Hasta ahora, se encontraban aplazadas sine die.

Con estos movimientos, la diplomacia egipcia ha conseguido que, por parte israelí, se haya al menos aplazado una decisión que parecía inminente antes de la caída de Mubarak: la reedición de un ataque a gran escala contra Gaza similar a la brutal Operación Plomo Fundido. Pero el reverso de este éxito consiste en que Egipto e Israel se vuelven a mirar cara a cara, y a plena luz del día, en relación con el conflicto palestino. Israel tiene que decidir si se conforma con la apertura de la frontera egipcia con Gaza o, por el contrario, culpa a Egipto y su arbitraje de cualquier acción que puedan emprender las facciones palestinas presentes en la franja.

Los cambios políticos internos en países como Egipto y Túnez comienzan a mostrar su influencia en el escenario regional, del que Israel disponía de un control casi absoluto y siempre favorable a sus intereses. Con las revoluciones, han aflorado otros que no podrán ser ignorados.

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